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lunes, 10 de mayo de 2010

AFRONTAR LA DECISIÓN DE SEPARARSE

Antes de dejaros con éste artículo, quiero desde aquí dar la bienvenida a una nueva articulista colaboradora de nuestra página TERAPIA Y FAMILIA. Me refiero a Mª Carmen González Rivas, licenciada en Psicología, que a partir de hoy se une a nuestro equipo para intentar ayudar con sus reflexiones, aportando otro punto de vista a los escritos y trabajos que en este blog aparecen. Os dejo con ella.

Hoy en día tenemos claro que la persona no podría ser ella misma si no se relaciona, si no establece vínculos; vamos, que si no se une a otras personas su crecimiento personal se vería empequeñecido y es paradójico que siendo así esta tendencia innata en el ser humano a veces se trata de anular. Los mensajes publicitarios nos alientan a hacer nuestras propias vidas, a no depender ni de nada ni de nadie, y tanto es así que en muchas ocasiones nuestros vínculos afectivos acaban por romperse en un tira y afloja cuando andamos el camino de la búsqueda de nuestra propia independencia.

Son muchos los factores que conducen a una separación pero también hay algo de verdad en la aseveración del párrafo anterior. Elegir una pareja para toda la vida compromete, ¡vaya si compromete!, y no es tan fácil porque cuando ya estamos comprometidos y aparecen las dificultades… ¿qué hacer?
Muchas parejas se encuentran solas en esto; las orientaciones que se dan son demasiado fáciles y no buscan su verdadero interés y el de sus hijos, si los hubiera. Las cosas se ven “facilitadas” con al ley del divorcio express que fomenta la cultura de la ruptura.

Pero, ¿alguien nos enseña a ser pareja?, ¿a ser padres?… creo que no; esto es algo que lo hace la experiencia. Aunque es cierto que dedicamos gran parte de nuestra vida para ser grandes profesionales dejando a un lado nuestra vida personal en la que realmente seremos más felices, a veces desconocemos que en nuestras ciudades existe esta formación, y cómo no, también la encontramos dentro de nuestra Iglesia. He tenido la oportunidad de participar en una escuela de padres, y junto a ella propondría una escuela de novios, porque si la pareja funciona la familia también lo hará. Es de vital importancia este tipo de formación y acompañamiento a las parejas que deciden vivir su noviazgo, y más que eso previamente reconozco que tendríamos que hacer un conocimiento de nosotros mismos, ya que el amor en una pareja se basa en el crecimiento y no en la necesidad; sí en la gratuidad y no en el egoísmo.

A veces en la pareja se deposita tanto en el otro, llámense expectativas no realistas, fuente de gratificaciones propias, que cuando se rompe todo esto, es fácil que se demande al otro que cambie, siendo esto lo más fácil, cuando lo conveniente, lo realmente adecuado, nuestro cambio, tendríamos que ejercerlo cada uno de nosotros interiormente.

El amor más allá de un sentimiento es una actitud que nos lleva a que si nos posicionamos con respecto a esto, hará que nuestros vínculos se fortalezcan y si no tenemos claro la actitud, hará, por el contrario que se vayan poco a poco fragmentado y llegando posiblemente a esa ruptura de pareja ya anunciada. Ha de saber la pareja que la separación es el resultado de una crisis de pareja “no resuelta”, entendiendo esto por la consecuencia de conflictos familiares a los cuales no se les ha puesto solución. En esto la pareja rota puede incluso reabrir sus conflictos, si es que hijos hubiere, ante la tarea como padres.

Tan importante es tomar la decisión de separarse como afrontar esa separación, pues implica una pérdida y como toda pérdida un duelo; y es que como bien dice Bowley “.Aceptar la pérdida que se ha producido supone el primer paso para elaborar un duelo” .Hay muchas parejas que no llegan a superar esta pérdida y otras que tratan de remediarla afrontando prontamente otra relación de pareja sin haber curado la anterior.

Si es cierto que cuando todo aboca a la separación es importante considerar el papel de un buen mediador que considere el verdadero bien para todos los miembros de la pareja, los padres no pueden olvidar que siempre van a ser padres y ambos tienen la patria potestad sobre sus hijos al margen de que la custodia la tenga uno de ellos o ambos. Sus derechos y obligaciones están ahí, y es preciso que éstos las conozcan para que sus hijos se eduquen en un clima familiar que, al margen de la ruptura, les favorezca lo máximo posible.

La conclusión de todo esto es que siempre es “mejor prevenir que curar”, y por eso abogo por esa prevención en los temas de pareja, entiéndase por ello un buen conocimiento de ambos en la relación de noviazgo, que cuando ambos decidan casarse y surjan los problemas valoren las alternativas antes de una posible separación, y cuando esta ya sea la última opción, procurar una buena mediación familiar.




Mª Carmen González Rivas
Lcda. en Psicología