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martes, 29 de junio de 2010

LA AUTORIDAD EFICAZ

En el Portal para ser mejores padres de solohijos.com, he encontrado infinidad de artículos que ayudan a la reflexión y aportan datos para efectuar los cambios adecuados que dirijan nuestras acciones a lograr la mejor interrelación posible con nuestros hijos. Dado que nuestro objetivo es poneros las piezas para que vosotros las articuléis con vuestra forma de vivir y actuar, os transcribo un artículo interesantísimo para vuestro conocimiento. Sé seguro que le sacaréis todo el partido para poder compartir con vuestra pareja en el siempre difícil arte de ser padres.

¿Qué se necesita para disfrutar de una autoridad eficaz?
A veces, intentamos por todos los medios que nuestros hijos nos hagan caso y no hay manera de conseguirlo. La solución no es tan difícil aunque, eso sí, necesita constancia, unas pocas normas muy claras y favorecer al máximo la participación de nuestros hijos a la hora de tomar decisiones.

Al comienzo de este año escuché unas declaraciones de representantes de asociaciones de padres y madres que decían lo siguiente: "Dado que los padres, en las actuales circunstancias sociales no podemos hacer frente a la educación de nuestros hijos, exigimos que las administraciones públicas pongan a nuestra disposición todos los medios necesarios para …"
Me inquietaron dos de las ideas que expresaron: "no podemos hacer frente a la educación de nuestros hijos..." y "que las administraciones públicas..." hagan algo para educarlos.

A mí me gusta pensar que somos los padres los que debemos educar a nuestros hijos y de ninguna manera me gustaría ceder ni un ápice de este derecho a las administraciones públicas. Me inquietó también escuchar que los padres "no podemos" educar a nuestros hijos en la sociedad de hoy en día, porque yo no creo que eso sea cierto. Los padres tenemos la posibilidad y la capacidad para educar a nuestros hijos y podemos hacerlo bien, salvo en casos muy especiales.

En numerosas familias, la autoridad de los padres se ha debilitado. Muchos padres no consiguen poner límites a los horarios de sus hijos, a los tipos de diversiones, a las demandas consumistas, a su desidia en los estudios, a sus malos modales... Pero buscar las causas y las soluciones fuera de la familia, no sirve de nada. La solución a esta crisis de autoridad debemos buscarla en el interior de la familia y, sobretodo, en cómo nosotros, los padres, la estamos ejerciendo. ¿Quizás nos estamos equivocando?

Algunos padres piensan que perder autoridad es irremediable. Pero la autoridad no es un don divino que se nos otorga y con él obtenemos la ciencia para decidir correctamente, el ingenio para organizar y la habilidad para ser obedecido. Y, al igual que no se nos otorga, tampoco se nos niega como si se tratara de un objeto. El grado de autoridad que tengamos los padres depende, sobretodo, de cómo utilizamos el poder que tenemos sobre los hijos, y eso nos permite aumentarla, recuperarla o perderla.

La autoridad de los padres será eficaz si reúne ciertas condiciones:
1. Que exista consenso entre el padre y la madre.
2. Que se ejerza de modo participativo y se sepa llegar a acuerdos.
3. Que persiga como fin la educación de los hijos y su autonomía.
4. Que sea coherente con la conducta de los propios padres.
5. Que se apoye en valores y normas estables.
6. Que se traduzca en hechos.

La no existencia de alguna de estas condiciones puede ser la causa real de la crisis de nuestra autoridad como padres. En la medida que consigamos cumplir mejor estas condiciones, nuestra autoridad podrá recuperarse o fortalecerse. Lo mejor es empezar a ejercer una autoridad positiva cuando nuestros hijos son pequeños. Pero si no ha sido así, todavía estamos a tiempo. Cuanto antes cambiemos algo y mejoremos, tanto mejor.


1. El consenso en la pareja.
Que la pareja debe estar de acuerdo en relación con los objetivos y los medios educativos es algo que resulta evidente aunque a veces no es fácil de llevar a cabo. La responsabilidad como educadores, y por tanto la autoridad, es tanto del padre como de la madre, y sólo el acuerdo entre ambos permitirá progresar correctamente en la educación de nuestros hijos. Se necesitará el intercambio constante de información entre la pareja sobre nuestros hijos, sobre cómo podemos ayudarles, las normas que estableceremos, los estímulos que les proponemos... Es bueno que los padres lleguen a un acuerdo antes de planteárselo a sus hijos. Y aunque a veces resulte difícil llegar los dos a un mismo punto debéis pensar que esta dificultad también es una ventaja, ya que en el momento de observar y saber de vuestros hijos, veréis mejor con cuatro ojos que con dos. No perder de vista que podéis ayudaros y que debéis apoyaros.

2. La autoridad debe ejercerse de forma participativa.
Los padres no debemos imponer nada a nuestros hijos de manera despótica. Debemos proponer alternativas u opciones entre las que escoger y dejar que nuestros hijos participen en la toma de decisiones. Si somos respetuosos con nuestros hijos ellos también lo serán con nosotros. Mientras que si nos comportamos de una manera demasiado exigente mandando y obligando en lugar de sugerir y proponer, sólo conseguiremos desobediencia, indisciplina y rebeldía.

3. Los padres deben buscar la felicidad de los hijos y potenciar su autonomía.
No debemos pedir o mandar cosas a nuestros hijos para nuestra comodidad o para nuestro propio o exclusivo beneficio. Sólo en la medida en que nuestros hijos reconozcan que las normas que establecemos y las cosas que les mandemos son para su propio beneficio e interés, nos aceptarán como autoridad. La autoridad-servicio produce necesariamente la autoridad-prestigio.

4. La autoridad no debe ser aleatoria, debe apoyarse en valores y normas estables.
Nada hay más destructivo que los cambios de actitud de los padres en lo que respecta a lo que es bueno o malo, lo que hay que hacer y lo que no, lo que es importante y lo que no lo es. Mandar o exigir cosas según el propio estado de ánimo o según las circunstancias es una manera muy eficaz de conseguir que perdamos autoridad sobre nuestros hijos. Si ellos observan que tus exigencias no responden a otra cosa que a tu cansancio, malhumor, etc. no se verán obligados a obedecer ni entenderán por qué deben hacerlo: "Total, espero a que se le pase el enfado y ya está".

5. La conducta de los propios padres debe ser coherente.
Los padres deben predicar con el ejemplo. Los modos de conducta incoherentes o falsos generan sencillamente rebeldía. La siguiente escena es muy significativa: "¿Queréis dejar de gritar como salvajes maleducadoooooooos?" -Grita con todas sus fuerzas la madre a sus hijos, que están inmersos en un gran alboroto.

6. La autoridad debe traducirse en hechos.
La autoridad, además de tenerla, hay que ejercerla. Hay que tomar decisiones sobre lo que deseamos para nuestros hijos y sobre las ayudas que necesitan. Establecer, con su colaboración, las normas que revestirán el ambiente de nuestra casa. Velar por el cumplimiento de las normas establecidas y detectar los problemas de los hijos. Exigirles que cumplan su cometido y sancionar su conducta de manera positiva o negativa para ayudarles a desarrollar su propia conciencia. Necesitamos dedicación y empeño, pero nuestra autoridad para con los hijos la encontraremos en su ejercicio.


José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional),
Profesor de Educación Primaria y de Psicología
y Pedagogía en Secundaria

martes, 22 de junio de 2010

HACIA LO SISTÉMICO

Muchas veces me han preguntado por qué decidí utilizar la terapia sistémica y no otra y qué ventajas veía en el pensamiento sistémico.

Antes quiero decir que el hecho de aplicar la mayoría de veces este tipo sistémico, no excluye, por lo menos en mí, la operatividad ocasional de otro tipo de terapias y teorías conducentes a dar recursos e intentar solucionar los problemas que se nos consultan. Esto es así porque siempre defenderé el eclecticismo como principio válido para no cerrarnos a las ingentes posibilidades que nos ofrecen todas las corrientes terapéuticas.

Aun así tengo mis preferencias y mi especialidad, lo que me lleva a defender lo sistémico, en principio, porque es un modo de pensamiento que analiza, observa y estudia el todo y sus partes y las conexiones e interrelaciones que entre ellas se dan. Es tan claro como estudiar el todo para comprender las partes.

Cuando atendemos a una persona de forma individual, fuera de su entorno, de su familia, de las relaciones que entre este sistema se llevan a cabo, estamos percibiendo su visión de las cosas sin tener en cuenta lo que puede haber surgido en su comportamiento por la intervención de los demás componentes de ese sistema y es esta razón lo que nos lleva a inferir que no entender que cada desenlace o proceso que se efectúa, no es algo aislado, sino que interactúa con el resto del cosmos, nos abocaría a una microvisión y en ocasiones al fracaso.

Alguien dijo, y lamento no recordar quién, que “No hay éxito en lo que hagamos, si no hay éxito para el sistema al que pertenecemos.”

Desde lo sistémico vamos al estudio de las relaciones entre elementos de un sistema que permite poner de manifiesto la estructura y las causas reales del comportamiento y de los problemas que observamos.

Tratar sistemas es más complicado que tratar individualidades. No funcionan las lógicas lineales simples, y no obtendremos el triunfo si no se obtiene en todo el sistema; pero nuestra labor, siguiendo este plan sistémico, no se basa en empujar para mover las cosas sino más bien averiguar y eliminar lo que impide que se muevan. Cuando has eliminado lo que impide el movimiento todo fluye suave y fácilmente.

No es difícil inferir, pues, que para lograr este objetivo no es conveniente eliminar los síntomas que presenta el o los componentes del sistema, sino poder controlarlos para obtener los datos que nos permitan llegar a saber el qué, el cómo y el porqué sucede tal o cual acontecimiento.

Tratar de demostrar que todo afecta a todo, que todo está interconectado y todo interactúa, es relativamente fácil y para ello no tengo más que poneros un simple ejemplo que seguro que os dará una visión más clara de lo que quiero decir: La aparición de la Viagra, a miles de kilómetros del hábitat de los rinocerontes, ha permitido la recuperación de su población. Sé que parece ridículo y puede llevar a pensar si es que los rinocerontes padecen de impotencia, pero la solución es mucho más sencilla: según algunas creencias ancestrales, se otorgaba al cuerno del rinoceronte unas propiedades afrodisíacas. ¿Qué os parece?

No podemos olvidar que estamos inmersos dentro de un inmenso sistema que es la Tierra y el cosmos, y que del modo que sea, lo que hagamos nos afectará.

Espero que se entienda porqué defiendo lo sistémico y abogo porque es el tratamiento más eficaz ante los problemas personales, de pareja, familiares, empresariales y sociales.

(Si queréis profundizar sobre el tema, podéis consultar la bibliografía de Peter Checkland.)

Juan José López Nicolás

viernes, 18 de junio de 2010

RENOVAR EL AMOR EN EL MATRIMONIO

La vida en pareja sufre a lo largo del tiempo gran cantidad de altibajos. La rutina y el cansancio pueden ir agotando la relación entre ambos miembros por lo que a veces necesita que le echemos un poco de agua, de abono, para que, como la primavera, reviva, resurja de nuevo.
Suele pasar que cuando la pareja decide comprometerse y vivir una vida juntos, se le olvida aquel tiempo de noviazgo en donde ambos disfrutaban. Todo era más fácil por ser una etapa de mayor enamoramiento y romanticismo. Con el tiempo, cuando se llega al matrimonio y se funda un hogar, se tienen hijos, etc., el galanteo y la seducción se van perdiendo como si eso no se pudiera seguir realizando, y todo se inunda de negatividad, e incluso a veces los conflictos entre ellos se esconden en los hijos.
Sí, es cierto que en muchas parejas todo no puede volver a ser como antes, porque las etapas de la vida requieren vivir su momento, pero eso no significa que no volvamos a redescubrir el amor. ¿Por qué no dejamos de añorar esas cosas propias del día de San Valentín y nos ponernos manos a la obra para acrecentar el amor en la pareja?
Pues bien, una manera para contextualizar todo esto se basa en hacer un proyecto de “marketing”, (aunque os suene raro, así es) y así lo recomiendan dos autores que aplican las estrategias del mercado a la relación de pareja (David Suriol y Miguel Janer).
La base fundamental de este proyecto es que ambos se comprometan y acuerden en realizarlo, y requiere un importante esfuerzo por ambas partes, ya que el amor no es solo un sentimiento, sino también una actitud. Solo basar la relación de pareja en lo sentimental no es suficiente. Además hay que poner inteligencia y voluntad. Digamos que para regalar un ramo de rosas hay que pensar cómo regalarlo.
Así que empecemos a plantearnos este análisis que denominamos: DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades).

1. Debilidades. Entendidas como aspectos que sabemos que son frágiles en mi relación de pareja. Así por ejemplo: Si yo que cuando llego a casa cansado/a no me gusta que nada mas abrir la puerta me comenten problemas, voy a decirlo para no hacer de esa entrada en el hogar solo un lugar en donde den cabida los problemas.

2. Amenazas. Son aquellos factores que precipitan que haya una mayor inestabilidad en la pareja. Así por ejemplo, si cuando hay algún tema dentro de la pareja que no me gusta tratar y yo lo esquivo continuamente; puede producir la sensación de no prestar atención a algo que es importante para la relación de pareja. Con lo cual podríamos acordar que determinados temas que nos agobian, en lo que a pareja se refiere, podemos plantearlos de forma abierta, en un momento concreto y después no volverlo a tocar una vez resuelto.

3. Fortalezas. Son aquellos aspectos que ambos sabemos que benefician a nuestra relación. Así por ejemplo: tanto a mi marido o a mi mujer nos gusta hacer una actividad juntos y es lo que echamos de menos. Podríamos dedicarnos a recuperar eso que antes nos gustaba tanto.

4. Oportunidades. Son aquellos momentos que a veces se nos presentan y podemos servirnos de ellos para ver cómo va nuestra relación, pues a veces dentro de mi relación de pareja considero que se me presentan ciertos momentos que desaprovecho. Así por ejemplo: cuando tenemos un rato juntos sin que estén nuestros hijos u otras personas, podemos charlar de nosotros, de lo que afecta a nuestra pareja, en términos positivos.

Todo esto mantenido en el tiempo, junto con sorpresas o momentos extraordinarios que podamos aprovechar es lo que enriquece la relación de pareja.
Así podríais elaborar cada uno individualmente una lista de cosas que le guste bien a tu marido o a tu mujer. No suponiendo nada, sino hacer memoria de las cosas que al otro le han agradado en otras ocasiones. Tu marido o mujer no tiene que ver esta lista en ningún momento. Se trata de hacer una lista con cosas sencillas, que una vez a la semana podéis ir haciendo, siempre de manera que el otro no pueda anticipar la sorpresa.
Espero que de alguna manera esto os sirva para que reflexionéis sobre cómo va vuestro matrimonio y que lo podáis poner en marcha a partir de ahora, para siempre mejorarlo o por lo menos intentarlo.


Mª Carmen González Rivas

jueves, 17 de junio de 2010

CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD

En el transcurso de una clase, un profesor nos trajo un cuestionario con algunas preguntas sobre uno mismo. Al ver la primera pregunta me quedé bloqueada: ¿Quién eres tú? ¡Menuda pregunta! Durante toda nuestra vida nos vamos presentando, por qué estudiamos, dónde trabajamos, por ser hijo/a de, etc. Sin embargo llega un momento en nuestra vida que tenemos que conocer nuestra identidad, lo que somos y lo que nos caracteriza como único, irrepetible e insustituible. “Ese soy yo”.
Me he dado cuenta que esta es una tarea difícil y costosa, ¡cuanto lo habrá sido para aquellas personas a las que he ayudado a definirse y a encontrarse a sí mismas! Porque cuando me defino, me identifico y tengo que asumir ese riesgo, comprometerse con lo que uno es, aceptarlo y acogerlo en el corazón.
Hablar de identidad es hablar de dejar ser, de orientar, de acompañar y por su puesto de ayudar a sacar desde dentro de uno mismo, y precisamente esta idea es una de las acepciones del concepto educar. Esta es una de las tareas del educador, y por supuesto de los padres que son los primeros educadores de sus hijos, ya que son ellos los que le facilitan esta tarea, ayudándoles a forjar su identidad, cuidar de su ser. Así lo expresa la Exhortación Familiaris Consortio: “Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole, y por tanto hay que reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos.”
Pues bien, ante esta rotunda afirmación y que desde mi perspectiva creo que a día de hoy ningún padre se cuestiona, recientemente hemos oído en los medios de comunicación que más de 140 plataformas se han adherido al Manifiesto por la Libertad de Educación en estos días, ya que el actual proyecto de Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, contempla en sus artículos sobre medidas en el ámbito educativo la implantación de una ley educativa sexual obligatoria para todos los centro escolares. En el caso de implantarse, esta educación será impartida a niños a partir de los once años por profesionales sanitarios que serán previamente formados para ello. (Podrán encontrarlo http://www.españaeducaenlibertad.org/manifiesto-educacion-sexual/).
Pues bien, de esta manera algo que compete a los padres, se les pretende arrebatar. Así lo contempla el artículo 27 de nuestra Constitución: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.
La educación sexual no se reduce a una mera información para prevenir “ciertas prácticas”, ni para insistir en que hay una igualdad sexual entre hombres y mujeres, etc. Si lo viésemos así de fácil no seríamos fieles con nuestra persona, y en vez de acercar posturas y comprendernos nos estaríamos alejando de ese fin.
Está visto que este proyecto de ley deja atrás algo, en su aspecto educativo, y la parte afectiva y psicológica queda coja al plantear una visión de la sexualidad meramente reduccionista que ahonda en la parte más física, cuando, en realidad, la sexualidad tiene que ser valorada en todos sus aspectos, porque no es algo ajeno a la identidad de la persona. La sexualidad nos configura y por lo tanto en la persona hay que integrar las dimensiones afectiva-psicológica-espiritual, física-genital, social-cultural, ética y de libertad. Es impresionante la superficialidad con la que se trata el tema de la sexualidad. No es más que una serie de “ejercicios” que llevan al coitocentrismo y la genitalidad, olvidando que realmente este concepto – sexualidad- es algo holístico; forma parte de un todo que conforma nuestra identidad en su más alto rango.
Como vemos, la educación afectivo-sexual es una tarea no puntual sino de acompañamiento, al igual que se le acompaña a un hijo a aprender a andar, a comer, a estudiar ¿Cómo no unos padres van a enseñarle a integrar su parte afectivo-sexual en su desarrollo evolutivo? Dejemos a los padres esa tarea o a quienes ellos mismos se la encomienden por iniciativa propia y seamos conscientes también de nuestra responsabilidad para que la identidad de nuestros hijos se apoye en una base sólida construida desde la mejor escuela que no puede ser otra que la familia. Y si lo que nos preocupa es que nuestros españolitos pequeños se formen de manera adecuada y madura, demos a los padres los recursos adecuados para que sean ellos los que aprendan mejor a guiarlos como así les compete de manera primaria.

Mª Carmen González Rivas.
Lcda. en Psicología