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jueves, 19 de agosto de 2010

MEJORANDO LA INTIMIDAD

Con frecuencia las parejas comentan sentir que a su relación le falta "algo", pero cuando se les pregunta qué es ese "algo" a lo que se refieren, rara vez son capaces de señalarlo cualitativa o cuantitativamente.

Aunque no lo parezca de entrada, la claridad con la que seamos capaces de percibir nuestra vida y lo que ocurre en ella, es factor fundamental para nuestro bienestar interior. Y es bien sabido que para estar bien con otra persona necesitamos estar bien con nosotros mismos primero.

Y es que de eso se trata la intimidad. De conocernos íntimamente, internamente, honestamente. Se trata de poder mirarnos al espejo y reconocernos y aceptarnos tal como somos.

Tal vez se pregunte ¿Por qué tanto énfasis en nosotros si el tema es la pareja? Es muy sencillo, todo lo que existe en nuestras vidas, todo lo que hemos creado a nuestro alrededor, es simplemente un reflejo de lo que llevamos dentro. Por eso, para mejorar la intimidad con nuestra pareja (exterior), la mejor manera de comenzar es por mejorar nuestra intimidad con nosotros mismos (interior).
Para facilitarnos esta tarea podemos comenzar por la honestidad. Si es correcto, mientras más sinceros seamos con nosotros mismos, estaremos en mejores condiciones de aceptarnos por lo que somos, lo que a su vez se reflejará en un aumento de autoestima, y nos servirá como un imán para atraer hacía nosotros lo que sentimos que nos merecemos.

Recordando la analogía del espejo, si el sentido de valor que tenemos de nosotros mismos es bajo, estaremos en condiciones de atraer hacía nosotros a alguien que nos muestre un reflejo de lo poco que nos valoramos, y nos trate de una manera que nos haga reaccionar ante esa situación para mejorarla.
Y todo eso por una sencilla razón: Existe algo que necesita mejorar en nosotros, y la vida nos brinda todas las experiencias que necesitamos para lograrlo. Pero siempre podemos mejorarnos antes de recibir las lecciones que nos brinda la vida.

Relajarse y Fluir

Algunas personas tienen la percepción poco realista: "si alguien me ama realmente, sabe todo lo que quiero, necesito, y me entiende perfectamente sin necesidad de explicarme". Puesto que los seres humanos generalmente no estamos dotados de capacidad telepática, esa percepción poco realista generalmente se convierte en frustración, debido a malos entendidos.
Los malos entendidos son el factor principal que influye sobre el deterioro de la intimidad en una relación de pareja. Afortunadamente, la mayoría puede evitarse de manera muy sencilla.
La intimidad necesita tiempo y espacio para crecer. Intimidad implica estar ahí con la otra persona, estando presente tanto física como mental y emocionalmente, ambos durante la conversación y el silencio.

Podría incluir la expresión de emociones incomodas; una clara y apropiada expresión de disgusto, por ejemplo, puede lograr que dos personas se acerquen.
Cuando nos compenetramos lo suficiente con otra persona para permitirnos decirle exactamente cómo nos sentimos, le ofrecemos un puente que puede permitirle conocernos mejor. Los puentes se cruzan en ambos sentidos, y eso nos permitiría conocer mejor a la otra persona también.

Es importante recordar que no podemos intimar con otra persona más de lo que somos capaces de intimar con nosotros mismos. Por ejemplo, ¿Cómo podemos esperar que alguien sepa cómo nos sentimos si nosotros mismos no lo sabemos?
Podemos desarrollar intimidad con nosotros mismos de la misma manera que lo hacemos con otras personas, al ser honestos con nosotros mismos, comunicarnos claramente con nosotros mismos, y permitirnos tiempo y espacio para estar a solas con nosotros mismos.
Una vez que logramos intimar con nosotros mismos, aprendemos a aceptarnos por lo que somos, y nos sentimos lo suficientemente cómodos como para relajarnos y permitirnos fluir libremente con lo que sentimos, para expresarlo armónicamente, y establecer una conexión con la otra persona que nos permita conectarnos íntimamente.

Salvando la brecha
Es importante mantener siempre presente que nadie nos puede dar lo que no tenemos, ese es un trabajo que nos toca realizar a nosotros mismos. Si sentimos que hay algo que nos falta, e intentamos encontrarlo en otra persona, lo único que encontraremos será la decepción. Y no podía ser de otra manera pues simplemente estaremos viendo el reflejo de lo que llevamos dentro.
Si uno de los miembros de la pareja se siente de esta manera, podría sentirse que se va creando y comienza a crecer una brecha en la relación. Al poco tiempo esa brecha comienza a ser evidente en la medida en que la pareja se vuelve disfuncional. Por ejemplo, lo que antes era un agradable compartir se convierte en discusión por tonterías.
Es en este punto donde la sana eficaz y eficiente comunicación puede ayudar, pues tal vez la otra persona no se percate de lo errado de su posición, tal vez simplemente actúa desde su confusión, y por eso crea desarmonía.
Podríamos ayudarle al solicitarse que se exprese tan claramente como pueda sobre los hechos, poniendo a un lado lo que siente hacia ellos. Esto le ayudaría a salir de su confusión, y le permitirá comprender mejor la situación.

A partir de ese momento se puede comenzar un trabajo de reflexión interna que nos permita ubicar las causas por las cuales existe esa brecha en nosotros, y superarla permitiéndonos conocernos íntimamente para ser capaces de intimar con otros.

Reflexiones
Generalmente las reflexiones internas que nos podría beneficiar realizar para lograr intimidad, pueden ubicarse en cinco áreas principales de nuestra existencia, en las cuales podríamos necesitar:
• Aprender a comunicarnos más efectiva, eficaz, asertiva y amablemente.
• Soltar algunos apegos que están aumentando nuestros conflictos con otros, y disminuyendo nuestro bienestar.
• Examinar nuestros comportamientos que les resultan desagradables a otras personas.
• Liberarnos de programaciones subconscientes que limitan nuestra autoestima, y nuestra habilidad de atraer lo que deseamos hacía nosotros.
• Desarrollar sentimientos internos de seguridad, autoestima y libertad.
Una vez realizadas estas, y otras, reflexiones, estaremos en mejores condiciones de conocer nuestras verdaderas motivaciones, comprender nuestras actitudes, y decidir que es lo que realmente queremos hacer al respecto.
Y es durante este proceso cuando es conveniente mantenernos abiertos a los cambios, pues es parte del proceso realizar ajustes. Así como al inicio del proceso pensábamos querer algo, al finalizarlo y crecer gracias a vivir ese proceso, podríamos encontrarnos en la situación de no desear lo que tenemos, al ver ahora claramente que no contribuyen a nuestro bienestar general.

En ocasiones las relaciones cambian, al punto en el que ya no resultan funcionales en ese estado. Tal vez el estado de esa relación necesite ajustarse de manera que permita expresar armonía a ambas partes.

Es importante recordar que aun en el caso de necesitar distanciarse para mejorar la relación, eso no es indicador del fallo de alguno de los miembros, tal vez simplemente completaron su trabajo juntos, y ahora cada cual necesita crecer por caminos distintos.

Finalizar o cambiar una relación de manera armónica, sin necesidad de encontrar un culpable, es una señal de madurez y crecimiento.
Cuanto más pronto reconocemos que una relación ya no resulta funcional, más rápidamente podemos completar el ciclo y continuar al siguiente nivel de crecimiento. Eso podría ser una nueva relación en la cual podamos expresar más libremente el crecimiento que hemos logrado en nuestro proceso de intimar con nosotros mismos, o un periodo de soledad en el cual podemos consolidar nuestra unidad.

Relaciones auténticas
Como dijimos al principio, la intimidad se trata de ser sinceros y honestos con nosotros mismos, y una vez logrado, solo hay cabida en nuestra vida para lo auténtico. Como mencionamos anteriormente, esto podría significar el cambio de nuestra relación actual, pero también podría ser un cambio para mayor intimidad con nuestra pareja al cruzar el puente que nos brinda relajarnos y fluir con lo que realmente sentimos.

Pero ¿Cómo saber cuándo soltar una relación, y cuándo continuar trabajando en ella? La clave para responder esta pregunta podría estar en nuestra motivación filtrada por nuestro nuevo conocimiento y comprensión de nosotros mismos.
Si sentimos un impulso a alejarnos, posiblemente podría ser porque sentimos inquietud al considerar salir de nuestra zona de comodidad, una falta de disposición a realizar el trabajo interno que se requiere, o miedo, al desconocer los resultados que brindará ese trabajo.

Por otro lado, si sentimos el impulso a aferrarnos de la relación, posiblemente sea por miedo de encontrar a otra persona, o tal vez por no sentirnos merecedores de afecto.

En cualquier situación lo importante es intimar con nuestros sentimientos para conocer la causa que nos motiva a actuar, y emplear esa comprensión para decidir honestamente que es lo que queremos hacer.
Siempre es preferible quedarse en una relación solo porque es lo que realmente queremos, pues el amor comienza cuando la necesidad termina.


Artículo original publicado en la Ezine Mercurio