Aportaciones sobre un texto de
W. Riso
Amar es cuidar. Walter Riso
suele escribir sobre este tema como uno de los importantes e inexcusables para
hacer que la unión como pareja se vaya autoabasteciendo de la energía para
llegar hasta el final de los días juntos, en felicidad.
Es simple, dice, no hay
amor que se base en el descuido. De hecho, no hay nada que caracterice más el
pensamiento de una enamorada o enamorado que el de cuidar a su pareja. Hacerlo significa
mantener los pequeños detalles, valorar a quien tenemos al lado y hacerle
sentir especial, escuchado y amado. Y es adecuado, desde aquí, tomar conciencia
de que estos aspectos, en numerosas ocasiones, los descuidamos (tanto él como
ella)
Puede parecernos muy obvio,
pero la realidad es que lo primero que solemos abandonar es precisamente eso:
el cuidado. Conocemos a la perfección la teoría, pero cuando alguien se
siente cuidado solo dos días a la semana y no en la plenitud de las
sensaciones, dando igual que la presencia esté o no, es bastante significativo
que los niveles de calor de la relación bajan hasta aquellos en que va dando
igual los momentos que se pasen juntos.
A la hora de llevar a la
práctica el cuidado diario solemos pecar de desinterés y acabamos por dañar
nuestra relación con actitudes de indiferencia o de postergación de los
pequeños detalles. Parece que siempre hay cosas mucho más importantes que el
otro y posponemos la caricia, la llamada, la palabra que contiene el bálsamo
lleno de amor que tal vez el otro, sí o si, está necesitando.
Tal vez esto os parezca
excesivamente ñoño, infantil, o lo que queráis llamar, pero pasa. Y pasa casi
siempre porque lo necesitamos como el aire que respiramos, y da igual la edad
que se tenga y lo maduro que se sea. A nadie le gusta ir a remolque en una
relación o tener esa sensación. Y esperar, esperar, esperar…
El amor durará tanto como lo
cuides y lo cuidarás tanto como lo quieras.
A veces hacemos con el amor lo
mismo que un niño con su globo. Es decir, argumenta Riso, a veces ignoramos lo
que tenemos para luego llorar por lo que perdemos. Es de sobra conocida esa
expresión de “no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos”.
Si no nos empeñamos en cuidar
de nuestras relaciones, nos arriesgamos a que se pierda la ilusión y las ganas
de mantener un afecto o un vínculo que nos hace felices. Pensamos que nuestra
pareja o las personas que nos rodean tienen la obligación de esperarnos, de
aguantarnos o de comprendernos en todo y ante todo, porque nos sentimos el
centro de la relación y esto suele pasar factura.
“Al final te das cuenta que lo
pequeño siempre es más importante. Las conversaciones a las tres de la mañana,
las sonrisas espontáneas, las fotos desastrosas que te hacen reír a carcajadas,
los poemas de diez palabras que te sacan una lágrima. Los libros que nadie más
conoce y se vuelven tus favoritos, una flor que te pones en el cabello, un café
que te tomas solo… Ese dulce que se te sirve cuando lo necesitas aunque digas
que no te gusta el dulce…Eso es lo que verdaderamente vale la pena; las cosas
diminutas que causan emociones gigantescas.”
Solemos excusarnos en el poco
tiempo que tenemos, pero lo cierto es que lo que deteriora muchas veces
nuestras relaciones es la inercia, los hábitos y la costumbre; es decir, la
rutina.
¿Cómo dejamos de cuidar a
quienes queremos? No alimentando las sonrisas diarias, tapándonos los ojos y
dejando de percibir la reciprocidad. Esto acaba menoscabando la luz que el amor
aportaba a nuestra vida y todo se vuelve mucho más superficial.
Entonces se apaga “lo
especial”, dejamos de sentirnos amados y parte de nuestra relación comienza a
fracasar. Así, la ausencia de muestras de interés y de gratitud acaban
generando dudas en una pareja y la unión se vuelve desunión.
Las actitudes y los mensajes
que se lanzan al otro miembro de la pareja nunca caen en saco roto y creo que
ese cuidar del que estamos hablando pasa por que esos mensajes no sean nunca
destructivos, ni en contra de la pareja, de la concepción del concepto pareja,
etc. etc.
Una relación feliz, cuidada,
adecuada al fin máximo, se basa en conductas y actitudes que contengan
ingredientes manifiestos que converjan en facilitar el camino a SER PAREJA.
Esas conductas deben cargarse de bondad, amabilidad, consideración,
comunicación, ajuste de los hábitos de cada uno, participación conjunta en
varias actividades, consenso en valores, reciprocidad y respeto muto.
Sólo demasiado se está cuando no quieres estar sólo y lo estás, sin estarlo, porque quieres amar lo que no está tan al alcance como tú imaginabas. A parte de parecer un trabalenguas también puede una frase para la reflexión. ¿No os parece?
Sólo demasiado se está cuando no quieres estar sólo y lo estás, sin estarlo, porque quieres amar lo que no está tan al alcance como tú imaginabas. A parte de parecer un trabalenguas también puede una frase para la reflexión. ¿No os parece?
1 comentario:
Como bien dice el dicho "No lastimas a quien amas" no al menos intencionalmente, así que el descuido de la relación no puede ser un descuido continuo. ¿Será que el reflejo de tu descuido propio se nota en el descuido de tu relación?
Como sea, se requiere estar continuamente involucrado en la relación, desde la claridad de lo que quieres en tu vida. No puedes estar en una relación, mientras esperas a que cosas más importantes pasen en tu vida.
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