Escribo
para oírme, para que me reflejen las palabras y las ideas de mi propio libro
sirviendo de ayuda a mi alma de mortal imperfecto. Escribo para leer en el exterior conjuntos
básicos de soluciones que necesito en el caminar perecedero de la vida, porque
necesito el espejo, ver desde fuera lo que mi consciente a veces no acepta
desde las palabras del sabio coach que la experiencia ha creado.
Pero
también escribo para los demás, con el propósito de compartir lo que en
parcelas de mi vida ha funcionado, pretendiendo alcanzar el objetivo de elevar
a la maduración los pretextos que todos tenemos para no hacer algo que debemos
realizar. Sí, escribo para vosotros, para aportar algo que creo que debo decir
de una manera que la vida me ha dado, pero que creo que no es mío solo.
Por
esto necesito vuestra retroalimentación, vuestra opinión, vuestro modo de
hacerme crecer como escritor tratando escaleras emocionales y recursos que un
albañil crearía, para ayudar a subir los peldaños que ayudaran a llegar a donde
verdaderamente queramos o estemos dispuestos. Yo sigo en el camino, y caigo,
pero me levanto para volver a leerme y experimentar las palabras de ayuda que
tantas personas han confeccionado para que las escuche.
Creo
que lo mejor que tiene un libro es leerlo en el momento adecuado.
En
parte, amigos, por eso escribo, y si logro ser mejor es porque os lo debo a
todos los que hacéis una crítica de mi libro. Gracias, gracias, gracias.
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