- Qué
tal, amigo, ¿cómo vamos?
- - Pues la verdad es que no muy bien. Estoy
bastante enfadado porque parece que nadie me entiende cuando hablo. Parece que
tengo que hacer esfuerzos en hacerme entender. Digo una cosa y mi amiga o
amigo, se enfada, pero de una forma que creo desmesurada. Hasta tal punto es
así que es capaz de tirar nuestra amistad, nuestra relación por tierra, …¡a la
mierda!
Dicen
que he dicho una cosa y realmente he querido decir lo contrario, porque sé que
yo no he dicho eso y menos para hacer sentir mal a mi amiga, hacerla llorar y
hasta entender que quiero alejarme de ellos, cuando esos momentos de
conversación nos hacen tanto bien a los dos.
No
entiendo nada, pero absolutamente nada. ¿Qué está pasando?
Parece
que hablemos en idiomas distintos, en francés y en español,…da igual.
- - Eso que
me comentas es más común de lo que piensas. La comunicación entre las personas
está pasando por unos momentos de crisis espectaculares, con el consiguiente malestar
que se asienta entre ellas que aparentemente se quieren, se aman o se respetan.
Simplemente parece que no nos entendemos y
cada vez nos cuesta más hacernos entender y prestar muchísima atención a qué
decimos, cómo lo decimos y en qué momento lo decimos. Sí, se está haciendo muy difícil
hablarnos y de una forma relajada y sencilla sin preocuparnos de lo que te
estoy comentando. Hasta la forma de comunicarnos y entendernos está cambiando
en la historia presente. Quiero a una persona y a veces se establecen
verdaderos muros entre nosotros, de tal manera que los sentimientos afloran
confusos, nos detienen asombrados porque no es posible que el que tengo
enfrente no comprenda los matices con los que digo las cosas, cuando la realidad
es que no quiero hacer daño alguno.
- - Claro y en mi caso, ella, en vez de decirme que
no comprende esto que le acabo de decir, porque no le encaja en sus perspectivas,
en mi forma de ser, en mi relación con ella, o simplemente porque no está de
acuerdo…, se calla, se amarga por dentro y se convierte sintiéndose un víctima
incomprendida, porque ni su mejor amigo se interesa por lo que siente y la
abandona. Deja de confiar en ti, pero no te dice que no está de acuerdo, simplemente
se calla y empieza a sentir romperse por dentro porque esa frase fatídica (la
que sea) la ha decepcionado. Llanto, desilusión… ¿Pero, por qué no se expresa y
simplemente pregunta el por qué de las cosas que no entienda? Callarse es un
signo de que debo ser adivinador de sus estados de ánimo, de su momento del día…Es
complicado, con lo fácil que sería hablar abiertamente y preguntar lo que se
dude o lo que no se haya entendido. Desgraciadamente el curso de adivino aún no
lo he realizado.
- - Lo entiendo,
pero observa que estamos hablando de sentimientos y a veces, junto a nuestros
prejuicios, a nuestra visión puramente subjetiva de las situaciones y nuestro
estado de ánimo, aparece una carencia de habilidad para ver las cosas como
realmente son y estos elementos mencionados nublan la comprensión real. Es muy
común entender una palabra en el presente con una carga emocional de todo
nuestro pasado y por eso llega con una carga adicional que nos cambia el
significado, no ya de la palabra, sino de casi toda la conversación que hemos
tenido.
Has pasado de ser el mejor a ser el peor “enemigo”
porque ella o él esperaban más de ti. Pero el truco, el quid de la cuestión
está en valorar lo que se dice hoy con la mente de hoy, sin sobrecargas del
pasado y para ello tengo que conseguir la habilidad de tener mi conciencia en
el tiempo adecuado y de una forma plena saber con quién hablo y cuándo lo
hablo. Tomar conciencia con esa apertura para aceptar que somos el aquí y el
ahora.
Miramos tanto hacia fuera y tan poco hacia
nuestro interior para ser mejores en el exterior, que no prestamos atención a
las sensaciones, intentando identificar lo favorable e identificar que aquello
que me interfiere debe ser conceptuado adecuadamente y en su sitio, para evitar
malas sensaciones y confusiones que nuestras emociones nos traen.
Lo que no entienda lo pregunto, pero no
dejo que se vaya ese momento con las dudas suficientes para que hasta mi cuerpo
tiemble de dolor del alma. Es mucho más sano y nos ahorrará muchos dolores de
cabeza.
En algún sitio he leído, perdón que no lo
recuerde en este momento, lo siguiente: “Cuando
te enfrentes a una situación que exige tu juicio, toma en cuenta todos los
elementos que pueden afectar a tus criterios, tu punto de vista y estado
mental, o sea, contempla tu cuerpo y establece si está contribuyendo la
percepción física a mejorar tu panorama interno. Contempla tus sentimientos y
verás si la situación te atrae o te repele. Contempla tu estado mental para ver
si eres consciente de que la experiencia, la situación, etc. te llevará a algún
lado y te hará ir hacia adelante. Contempla
todos estos fenómenos y analiza la situación individualmente. Cuando hayas
logrado procesar las percepciones, experiencias e impresiones a partir de
interpretar los eventos en curso, puedes extraer de ellos una visión más nítida
de lo que representan sin que las experiencias previas nublen tu juicio:
conforme tu mente trascienda al pasado, aprenderás a ver la importancia del
instante más allá de este momento.”
- - Todo eso está muy bien, y tal vez sea conveniente
que me ponga manos a la obra, pero si he dicho una cosa y he reaccionado mal, o
han reaccionado mal, ¿puedo reflexionar después e intentar reconducir mi
relación para solucionar esos malos entendidos? ¿Puedo partir del punto
positivo en el que estábamos y seguir el camino de esa amistad tan buena, si
hemos tenido un enfrentamiento duro? ¿Aunque esto que quiero no lo haya hecho
en el momento en el que debía?
- - Siempre
digo que hay un gran facilitador en las relaciones para mostrar el camino del
éxito aunque se hayan tenido momentos tensos en la comunicación. Podemos estar
tensos, enfadados, defraudados, dolidos, pero creo sinceramente, que no hay
facilitador más efectivo, junto a tomar conciencia y a lo que estamos comentando
todo este tiempo, que el AMOR, sobre todo, así como LA VERDADERA AMISTAD y
todos aquellos lazos que unen en camaradería al ser humano.
Juan José López Nicolás
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