Es
curioso, y lo quiero hacer notar, que cuando hablamos de personas que no nos
caen bien solemos siempre mirar hacia fuera, hacia el otro, como si de verdad
nosotros mismos no pudiéramos ser también esas personas a la que no se nos
aguanta, esas que suelen llamar tóxicas porque no nos damos cuenta, por las perspectiva,
que cuando estamos señalando al otro tal vez sea porque nuestra proyección se
dirige hacia ellos, manifestando meramente una imagen de nosotros mismos.
Sí,
puede ser que si nos miramos al espejo veamos eso que ni a nosotros nos gusta y
que tanto criticamos en los demás. Tal vez estemos ante ese refrán de que vemos
la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Puede ser…Pero no hay que
martirizarse si esto es así, porque estamos de enhorabuena. Hemos sido
conscientes, nos hemos dado cuenta de qué nos sucede, de qué es aquello que no
nos gusta y estamos tomando conciencia del error para poder ponernos a
trabajar, en el camino adecuado para llegar, en lo posible, al equilibrio que
se suele andar buscando.
No
andamos buscando el ser perfecto pero sí el ser que intenta que la felicidad de
los demás se conjugue con la nuestra y la convivencia pueda ser fruto de todas
las formas de negociación que tienen el amor de manifestar su aquiescencia,
para llegar a solucionar los problemas que la pareja presenta a lo largo de su “carrera”.
Firmemente
creo que esa carrera de obstáculos que nos da la vida es más solucionable si
introducimos el ingrediente del amor como facilitador para abordarnos y abordar
al otro desde un punto libre de beligerancia. Y para ello tenemos que hacernos
accesible y no convertirnos en esos que nadie quiere estar con ellos y evitan
por “mala sombra”, porque siempre hablan a gritos, porque critican y ven
negatividad y jamás el potencial y lo positivo del otro; cuando no hemos
logrado encontrar el verdadero concepto de empatía y nos hemos empoderado como
víctimas de este mundo porque así nos hacemos notar mejor y la gente nos “acaricia”
y nos hace caso; aunque víctimas nos sentimos pero queremos llevar el control
de absolutamente todo y no escuchamos a nadie porque la razón siempre es
nuestra…Tal vez todo esto nos haga de
verdad ser tóxicos y debamos trabajarlo porque la verdad es que también
huimos de personas que se muestran así.
Y
hay un secreto que casi nunca se pone en práctica para lograr combatir estos
aspectos que nos separan precisamente de aquello que queremos mantener junto a
nosotros porque nos merece la pena. Ese secreto no es otro que la HUMILDAD.
Humildad
mezclada con dosis altas de sinceridad, de una voluntad de cambio y toma de
conciencia sincera, porque si no es así puede convertirse en una falsa humildad
para ser la puerta de una verdadera manipulación.
Si
soy capaz de ver en ti lo que no me gusta tal vez lo que esté viendo es una
proyección de mí en ti y, como es lógico, no me gusta absolutamente nada.
Mejoremos
nuestro aprendizaje de nosotros mismos en esas dos vertientes: desde nuestro
interior, sin salir de él y desde lo que me devuelve el otro a través de mis
transacciones verbales y emocionales.