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martes, 25 de noviembre de 2014

8 consejos antes de terminar una relación de pareja

Seguro que a alguien puede ayudar este artículo de Walter Riso, encaminado a hacer reflexionar antes de tomar decisiones precipitadas.
Nada es bueno, ningún artículo, ni libro, ni vida, son auténticos si no entrañan y conllevan un aprendizaje en su desarrollo. Reflexionemos y apliquemos todo aquello que realmente nos sirva porque no a todos les vale lo mismo ni se aprende al mismo ritmo ni con las mismas cosas.

“Los finales no son fáciles. Por más que lo intentemos, dar por terminada una relación de pareja suele ser muy complicado. Sin embargo, siempre será mejor un final sincero que una relación de mentiras. En ocasiones, aunque nos cueste y alguien salga con el corazón herido, es necesario decir adiós.

1. Piensa muy bien las cosas: ¿Estás seguro/a de que deseas terminar? ¿No será un simple arrebato motivado por ciertas circunstancias? Recuerda que no hay marcha atrás.

2. Mide muy bien tus palabras. A veces queremos decir algo y nos entienden otra cosa totalmente diferente. Por eso, es importante que te pongas en el lugar del otro para elegir tus palabras, no dar lugar a dudas y no lastimar más de la cuenta.

3. ¡Sinceridad ante todo! La gente usa frases como “no eres tú, soy yo” o busca en Internet la lista de “excusas para terminar”… ¡No uses palabras prestadas! Habla desde el corazón, di lo que sientes, di la verdad; ése será un gesto que siempre será agradecido.

4. No des falsas ilusiones. Si piensas que la relación debe cortarse definitivamente, no intentes aminorar el golpe dejando la puerta abierta o dando a pensar que se puede regresar en un futuro: di no con decisión y respeto.

5. Elige un lugar y momento adecuado. No es recomendable que termines tu relación en un lugar público. Tampoco permitas las interrupciones. Lo que debes decir es serio, y por lo tanto necesitas tener privacidad, tiempo y tranquilidad.

6. No huyas de la situación. No es bueno que digas: “quiero terminar esta relación” y te vayas de inmediato. Date tiempo de escuchar, porque así como tú pudiste expresarte, él o ella también tiene derecho a hacerlo.

7. Asume que habrá heridas. Ten en cuenta que por más que intentes ser delicado/a, tu pareja siempre saldrá herida de la ruptura. Así que lo mejor sería que avises a alguien de confianza para que pueda cuidar de él durante los momentos posteriores a la ruptura.

8. Ten corazón. Por último, te recomiendo que trates a la que fue tu pareja como te gustaría que te tratasen a ti en un momento de esos, pero no olvides que quien tienes en frente soñó un futuro a tu lado y lo mínimo que debes brindarle es sinceridad, honestidad, consideración y respeto."

lunes, 11 de agosto de 2014

Los 10 tipos de relaciones tóxicas, según Walter Riso.

Las relaciones tóxicas son un gran problema, ¿quién no tiene un familiar o un amigo que está totalmente inmerso en una relación que ni le conviene ni le hace feliz y a la que todos veis poco futuro? ¿El problema?, que la otra persona no lo ve y no hay manera de hacérselo ver. Esto es muy frecuente y de hecho es probable que nos pase a nosotros mismos, son estas relaciones de las que al salir decirnos: ¡Menos mal que al final salí y lo he superado! (cosa que solo se suele ver una vez fuera). Paradójicamente las relaciones tóxicas son las relaciones de las que más cuesta salir y que más enganchados nos dejan.

En parte puede que la sociedad tenga la culpa de esto, a pesar de todos los conocimientos que se nos inculcan, poco es el aprendizaje que circula sobre relaciones, manejo emocional y cómo evitar verse atrapado en las garras de gente tóxica, frecuentemente este aprendizaje es por ensayo y error, una vez ya hemos caído. Lo cual no es muy alentador. A esto contribuyen también las revistas, las películas románticas, etc., que enfatizan la posibilidad de enamorarte de alguien que no conoces, y vuelven románticas cosas que en realidad no lo son, ideales no reales, con unas líneas muy finas entre, por ejemplo, un acoso y un admirador, sobre el dejarlo todo por una persona (perdiendo la independencia incluso), sobre saber que la persona es la ideal nada más verla pasar por el parque (esto puede ser algo obsesivo), etc… Al final cuando algo de esto nos sucede fácilmente sabemos girar la tortilla para verlo como algo positivo aunque en realidad no lo es.

¿Qué es una relación tóxica?
Son relaciones en las que quedamos atrapados por una especie de red negativa, no solo se refiere a relaciones amorosas sino que pueden ser relaciones de amistad o familiares.

Las relaciones tóxicas son aquellas que nos hacen sentir mal, cambiar de formas que no nos gustan, nos alteran de maneras que no podemos controlar o destruyen quienes somos. Son relaciones que nos hacen infelices. Y además de las que es muy difícil salir.
Típicamente son relaciones en las que una persona es dominante, o sumisa, o hay problemas de comunicación, manipulación, mentiras o chantajes. Son relaciones en las que una o ambas partes sufren pero a las que no sabemos poner fin.

Los 10 tipos de relaciones tóxicas a evitar:

Esta lista enumera las conductas características de relaciones a la larga tóxicas, si estás en una relación como las de abajo (puede que aparezcan una o más de una), procura corregirla o si no acabarás en una relación tóxica.

1. LAS RELACIONES EN LAS QUE SÓLO ESTÁ A CARGO UNA PERSONA: Si sólo una persona ejecuta (lleva) la relación, la relación no es sana y no prosperará adecuadamente. A veces es fácil involucrarnos con una persona que tome el control de las cosas, puede parecer fácil y cómodo que cojan las riendas de nuestra vida, puede que notemos menos presión así. El problema es que esto no es opcional, es decir, si tú le das las riendas de tu vida a otra persona, lo más probable es que pierdas el derecho a opinar sobre qué hace con ellas. Cuando quieras recuperar el control será muy difícil y la relación empeorará. En estos casos la persona pierde autonomía, independencia, autoestima y autoconfianza. Nunca debes sentirte sin poder o atrapado/a en una relación, eso en realidad no es una relación. Las relaciones implican libertad e igualdad de responsabilidades para ambas personas, cooperación entre las dos personas implicadas. La relación será tan fuerte como sean los dos individuos por separado dentro de la relación. Habrá más crecimiento personal para los dos. Intentar controlar a alguien o que te controlen no lleva a ningún lado (excepto al sufrimiento a muy corto plazo)

2. LAS RELACIONES QUE TIENEN LA FUNCIÓN DE “COMPLETARTE” O “LLENARTE”:Por mucho que en las películas nos inculquen que cuando encontremos a “LA” persona esta nos llenará, nos sacará de la miseria y el aburrimiento y nuestra vida cambiará y será maravillosa, nos elevará a un estado de plenitud y felicidad. Lo cierto es que esto es algo que debemos conseguir por nosotros mismos y llevarlo luego a la relación. Una relación no debe servir o utilizarse para suplir carencias personales, esto hace que luego seamos dependientes y no recorramos el camino de crecimiento personal, no evolucionemos y mejoremos como personas por nosotros mismos, y queramos o no, es una responsabilidad y un peso muy grandes para la relación y la otra persona (si estamos mal es culpa de la otra persona y esperamos que ella lo solucione). Suelen ser relaciones en las que luego no se toleran separaciones temporales ni estar solos. No es la responsabilidad de nuestra pareja rellenar esos vacíos existenciales, es un trabajo personal de cada uno. Si no estás bien contigo mismo eso se verá reflejado negativamente en la relación. Uno debe crear su propia felicidad antes de poder compartirla con otros.

3. RELACIONES CO-DEPENDIENTES: Este tipo de relación es algo similar a la del punto 1, pero aquí son ambas personas las que son pasivas y dependientes, perdiendo su individualidad, no es el caso de una dominante y otra más sumisa. Aquí ambas personas necesitan de la aprobación del otro para llevar a cabo cualquier acción, priorizan las necesidades del otro sobre las propias. La otra persona siempre es la responsable de cómo nos sentimos, todo pasa por ella. Nos diluimos con la otra persona y la relación se vuelve adictiva. Si el otro se encuentra mal de repente nuestras necesidades personales desparecen y sólo pensamos en hacerla sentir bien. ¿El mayor problema? Suelen llevar a una acumulación de resentimiento, aunque hayamos sido nosotros quienes hayamos decidido valorar las necesidades del otro por encima de las nuestras..., luego eso quema. La vida se convierte en mirar por el bienestar de la otra persona las 24 horas del día. Ambos miembros de la pareja deberían responsabilizarse de sus propias emociones y saber regularlas sin la ayuda del otro. Una cosa es ser de apoyo para otra persona y otra es estar obligado a todas horas. En este tipo de relaciones uno se siente obligado a estar cuidando a la otra persona y pasar todo por ella.

4. RELACIONES BASADAS EN EXPECTATIVAS IRREALES O IDEALIZADAS: La perfección no existe, si amamos a alguien debe ser con sus “defectos” y con sus mas y sus menos. No es sano intentar “arreglar” a las personas o cambiarlas. De hecho cuanto menos esperes de alguien que amas más feliz serás. Las expectativas pueden ser muy traicioneras. Nadie actuará siempre como nosotros esperamos, no son nosotros y por lo tanto vivirán y actuaran a su manera. Vivir una relación por el “cómo debería ser” y no como es, lleva a frustración, sufrimiento y tristeza. No debemos tener expectativas grandiosas e irreales ni tampoco pensar que la otra persona puede cambiar (ni intentar hacerlo) para “mejorar” la relación.

5. RELACIONES EN LAS QUE EL PASADO SE UTILIZA PARA JUSTIFICAR EL PRESENTE(o tener la razón): Si estás en una relación en la que continuamente se te culpa por el pasado, la relación es tóxica. Si ambos lo hacen la relación se convierte en una batalla por ver quien la “cagó” más y por lo tanto quien debe disculparse. Cuando utilizas lo que ha hecho mal la otra persona en el pasado para justificar tu conducta en el presente lo que estamos haciendo es utilizar la culpa y el resentimiento para manipular a la otra persona (para que se sienta mal en el presente), aparte de perder de vista el problema actual. Al final la relación se convierte en un constante esfuerzo por ambas personas para probar que son “menos culpables” o menos “malos” que el otro, en lugar de intentar ambos ser mejores para el otro. Debes aceptar que para estar con alguien tienes que aceptar sus errores y su pasado. Si algo nos afectó tanto en el pasado, entonces ese era el momento para trabajarlo, no ahora. El pasado, pasado es, y pasado debe ser.

6. LAS RELACIONES BASADAS EN MENTIRAS CONTINUAS: En las relaciones una omisión es como una mentira, las relaciones se basan en la confianza, abrirse a la otra persona y conocerse mutuamente. Ocultar información relevante sólo debilitará la relación. Es cierto que se puede reparar la falta de confianza pero esto es muy difícil y requerirá del esfuerzo de ambas partes. De todas formas, al final la verdad siempre se sabe. La persona nos mentirá hasta que consiga que esa mentira se convierta en nuestra realidad, no debemos entrar al juego; si descubres una mentira, confróntala. Las personas que mienten suelen repetir las mentirás hasta que consiguen hacerlas realidad, no participes en esto. Para poder reparar una falta de confianza primero hay que poder reconocer la mentira. El perdón y la reconciliación no ocurrirán hasta que se admita la mentira.

7. RELACIONES EN LAS QUE EL PERDÓN NO TIENE CABIDA Y EN LAS QUE NO HAY INTENCIÓN DE REPARAR LA CONFIANZA: Esta está en relación con el punto anterior. La confianza se puede reparar, pero mantenerse en una relación en la que no hay intención de repararla no tiene sentido. En casi cualquier relación a largo plazo habrá un problema de confianza o alguna mentira en algún momento, no entender que esta se puede reparar si ambas personas trabajan duramente en su propio crecimiento persona aplicando luego este a la relación convertirá la relación en una relación tóxica para ambos.

8. RELACIONES EN LAS QUE LA COMUNICACIÓN ES PASIVO-AGRESIVA: Por ejemplo cuando en lugar de comunicar abiertamente como nos sentimos jugamos con indirectas, o cuando la comunicación es hostil e intenta manipular como se siente la otra persona. Hacer cosas sutiles para molestar a la otra persona hasta que nos presta la atención que queremos. Las relaciones se basan en una comunicación abierta y sincera, si la otra persona en la relación nos juzga o crítica cuando nos abrimos puede que nos volquemos en actitudes pasivo agresivas. Puede que la otra persona no esté de acuerdo en lo que piensas pero en las relaciones fuertes se alcanza un compromiso, la otra persona accede a apoyarnos sin necesariamente tener que estar de acuerdo obligadamente a pensar igual que nosotros.

9. RELACIONES GOBERNADAS POR EL CHANTAJE EMOCIONAL: Esto se refiere a aplicar un castigo emocional cuando la otra persona no hace exactamente lo que queremos. Al final la otra persona accede a comportarse de otra manera a causa del chantaje. Se soluciona como en el punto anterior con una mejor comunicación. Los sentimientos y emociones se pueden comunicar pero de una manera sana y sincera sin atacar a la otra.

10. RELACIONES QUE QUEDAN EN UN SEGUNDO PLANO: Las relaciones requieren que se les dedique tiempo y esfuerzo, si no se las cuida se marchitan. Es importante dedicar tiempo de calidad a la relación, compartir actividades solo con la otra persona que os enriquezcan como pareja. La otra persona (y la relación) requieren de tu presencia, atención y tiempo.

Si evitas todo lo anterior, ¡evitarás tener una relación tóxica y estarás en una mucho más feliz y sana!

lunes, 19 de mayo de 2014

Cruzando la frontera de la cordura

En un blog interesantísimo (http://enrelaciones.wordpress.com ), relacionado con nuestra colega, Graciela Large de la Hoz, Coaching e Inteligencia Emocional y Experta en Comunicación, Formadora y Periodista, he leído un artículo crucial para la reflexión de ciertos aspectos de las relaciones, pero sobre todo para la introspección que nos haga sopesar el por qué de nuestras elecciones personales y qué nos lleva a ellas.

Os dejo con él y si os interesa, luego me comentáis qué os parece y a dónde os lleva.

“Este artículo surge al querer indagar en dos preguntas: ¿qué lleva a una persona a obsesionarse hasta matar lo que dice que ama? ¿Qué lleva a hombres y mujeres a elegir una y otra vez relaciones donde pierden su valoración personal?

Quien se obsesiona se deprime. Y viceversa. Con ambas se crea una línea invisible muy frágil que cuando se cruza da lugar a actos que no conducen a ninguna parte. Cuando la persona se polariza se desborda emocionalmente. Y en ese estado vivir en violencia social o autoagredirse es un paso que dan millones de personas en el mundo.

La obsesión tiene como trampa que jamás se consigue aquello a lo que le damos vueltas y más vueltas, y la depresión es una herida sangrante de impotencia. En ambos casos la persona ni se conoce, ni se ama. Está desconectada de su verdadero propósito y convierte a una persona, una situación, o un logro en una búsqueda imposible. Su esperanza está en que algo pase, y eso que quiere en realidad nunca sucede. Y si pareciera que ocurre, en algún momento el desencanto sucede a la exaltación inicial.

Es más, si la mente cree en la venganza, de que es injusto lo que pasa, la reacción de ataque estará justificada para la persona. Si se siente fuerte agrede, si se percibe débil se castiga. Se actúa desde una perspectiva distorsionada de sí mismo.

Hay escondida una petición de ayuda que sólo puede comprender y resolver quien lo experimenta. Obsesión y depresión se convierten en un verdadero dramón emocional cuando se vincula al logro del amor de una persona, o a una valoración de reconocimiento por cualidades que crees tener en el trabajo.

Cuando la persona se ha vencido a sí misma en la repetición de experiencias frustradas, eso pesa, y mucho más si no hay un hábito de reflexión o introspección donde veamos lo que sucede como una experiencia de aprendizaje. Tengamos presente la paradoja que se esconde detrás de la obsesión y de la depresión: quien elige, aunque su intención sea superar una creencia limitadora de sí mismo, no acierta.

Más pronto que tarde confirma el dolor acumulado debido a una mirada contaminada y sesgada de sí mismo. Si es una relación de pareja se piensa entonces que lo natural es que nos den lo que pedimos, y lo sería si fueran elecciones desde la afinidad entre iguales.

Hacemos elecciones desde una convicción: me tienes que dar lo que no tengo.
La frustración de no cubrir lo que se desea termina por romper el equilibrio emocional que nos permite decirnos, yo me amo, me acepto y me valoro, y cada cual es libre de actuar como necesite. Es más, llega un momento que sólo un instante, un gesto, o una palabra de alguien basta para desencadenar todo un recuerdo acumulado que nos resiente.

Para entender la obsesión y la depresión en uno mismo hay que saber leer entre líneas en nuestros actos cotidianos. Lo que sentimos al final del día son una pista. Si hay comparación, desmotivación, queja y tristeza como colofón, día tras día, se van cuajando a lo largo de la vida estos dos estados hasta que se vuelven crónicos. Una vez asimilados a una rutina de vida si nos conocemos poco y además estamos resentidos por la necesidad de aceptación, el entorno y las relaciones se convierten en los mayores agresores de nuestra autoestima y la seguridad en uno mismo.

El recurso de quien no sabe manejar sus emociones siempre es la inconsciencia, y es una puerta que conduce primero a la obsesión y luego a la depresión. Una vez cruzado el umbral perdemos nuestra mejor cualidad que nos hace humanos: vivir con sentido y propósito. La capacidad de conectar actos, emociones y pensamientos, e ir más allá de uno mismo para comprobar que todos formamos una unidad.”


jueves, 20 de marzo de 2014

No eres tú, soy yo.

Hoy he discutido con…, me he sentido muy mal porque me he puesto a pedirle cosas, a echarle la culpa porque mi vida no estaba en donde yo quería, porque ella no hace cosas que a mí me gustaría; porque espero sentir cosas que debían ser así y mi vida no tiene sentido en situaciones y necesita un cambio que yo espero debe realizarse desde fuera; porque ella es tan importante para mí que parte de mi felicidad depende de que ella haga cosas para yo estar mejor...¡UFF!

Y estando analizando mi conducta, mis pensamientos, mi interior rechinaba diciéndome que no es este el motivo y la razón de sentirme mal. Mira por donde llega a mis manos un artículo que me vino como anillo al dedo y que está en la línea de alguno que ya escribimos en este blog, pero que en este caso me suscitó el bálsamo para dilucidar mi interior ante la vida en casos.

Este es un ensayo del Dr. Viktor Frankl (1905-1979), neurólogo, psiquiatra, fundador de la disciplina que hoy conocemos como logoterapia (psicoterapia centrada en la búsqueda de sentido), que se constituye por tres principios básicos: "La voluntad de sentido", "El sentido de la vida" y "La libertad de volición".

¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...

Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables.
Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.

Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.

Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.

No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda.

Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:
-Necesito que Pedro me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo pero si no lo hace... siento que me muero.

¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros? No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.

Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas.

No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.

Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad.

No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.

La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella...ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.
Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas- la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino".

viernes, 7 de marzo de 2014

Rebelde con causa

Una seguidora de nuestro blog, Terapia y Familia, nos ha enviado un pequeño artículo, que no por pequeño está exento de una gran cantidad de reflexiones en cuanto a la relación Padres-hijos.

Disfrutad de estas letras porque no tienen desperdicio.

Me siento muy contenta de la rebeldía de mi hijo, Noé, de cinco años; de su continuo intento de transgredir las normas; de que ponga en tela de juicio todo lo que le digo; de sus contundentes noes; de su imaginación para crear su realidad paralela; de que no encaje en muchos de los convencionalismos tradicionales.

Me produce tranquilidad el conocer esa materia prima como ciudadano de la vida, ya que son los ingredientes básicos de un espíritu crítico; de un ser de ideas independientes, difícilmente manipulable, con capacidad para crear su propia vida, escuchando sus propias necesidades; dilucidando si una tradición es válida o simplemente nos acomoda en la rutina.

Todo forma parte de su configuración como Ser Humano mediante el ensayo-error

Y en mi labor como madre-anfitriona en la Tierra, le pongo los límites contundentes que le permiten conocer del respeto a los otros y a sí mismo, sabiendo que todo va bien en el proceso de ir desplegando sus propias alas.

Mariví Serrano

miércoles, 19 de febrero de 2014

El vaso con agua

Cuando a alguien le señalan el camino a seguir, es posible que lo siga o que encuentre problemas y no sea capaz de salir de ellos, ya que las indicaciones no proceden de la propia conciencia. Te marcan el camino, te ayudan, pero tú mismo no eres consciente de tu propio esfuerzo para encontrar las soluciones.

Seguimos abogando por la conciencia personal, por llegar a unas conclusiones que te muevan a formar parte de tus propias soluciones, con una energía que queda dirigida al aspecto positivo en vez de al negativo. Y para esto no hay otra fórmula más que el poder de la reflexión y la apertura de la mente.

Hemos de mirar nuestro interior, no el del otro. Hemos de mejorar nosotros, no el otro. Porque cuando cambio yo, cambia el otro. Os lo aseguro, pero como esto no funciona por la experiencia de nadie ajeno, comprobadlo. Funciona.

Os dejo ahora con una pequeña historia para que os sirva de reflexión y no caer en un victimismo que para nada ayuda a salir de las aguas turbulentas en las que, muchas veces, caemos nosotros mismos. Que os aproveche.

Un psicólogo en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, preguntó:

- ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
El psicólogo respondió: "El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve."

Y continuó: "Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada."

Moraleja:

(A ver si tú llegas a reflexionar y escribirte qué quiere decir esta pequeña historia. Reflexiona sobre tu propia moraleja.)

martes, 28 de enero de 2014

Aceptación: otra oportunidad en la vida

En mis viajes por la red contacto con colegas, conozco a profesionales, a algún que otro buen coach que merecen mucho la pena y, en esta ocasión, uno de ellos es Merlina Meiler, que en su blog, Mejora Emocional, intenta poner luz a las situaciones que se dan en nuestra vida cotidiana, así como en las relaciones con nosotros mismos y con los que nos rodean.

Voy a dejaros con una serie de artículos que firma esta profesional para que todos reflexionemos al respeto de cada tema que trata. Sé que nos pueden ser muy útiles y tal vez se nos despierte ese “Pepito grillo” que llevamos dentro y nos haga conscientes que podemos ser candidatos a pedir ayuda y poner un Orientador o terapeuta en nuestra vida….A veces es lo adecuado si no queremos cronificar un problema que en sus inicios tiene una más fácil solución. Que lo disfrutéis.

"Cuando sobreviene un gran disgusto, nos parece que todo está perdido. Sin embargo, la vida suele darnos lo que habitualmente se llama una segunda oportunidad. Además, es bueno saber que, en realidad, las oportunidades son muchas más que dos…

En la vida de toda persona se produce una gran debacle en algún momento. Al oír el diagnóstico de una enfermedad difícil, luego de una gran desilusión sentimental, la muerte de alguien cercano, a causa de una iniciativa comercial frustrada o alguna situación de este tenor, la primera percepción suele ser que ahí se termina todo. El fin del mundo acaba de anunciarse para nosotros. Vemos imposible volver a levantar cabeza, nos parece estar en un callejón sin salida, con acceso vedado a la felicidad.

La primera etapa por lo general es la negación: a mí no me puede estar pasando esto, hay una equivocación, el teléfono va a sonar y ese llamado va a terminar con la angustia que siento. La negación es una respuesta instintiva a la desesperanza. Nuestro mecanismo de supervivencia lucha contra la agresión provocada por noticias angustiantes, tratamos con todo nuestro empeño que no sea verdad lo que está aconteciendo.

Suele manifestarse cierta depresión, ya que en un principio no se vislumbra la salida, y si se llegara a tener idea de cómo dejar atrás la debacle, la solución muchas veces suele no ser instantánea y requerir un gran esfuerzo. Algunas personas fluctúan entre períodos de depresión y otros de exaltación en los que tratan de llevarse el mundo por delante y creen que así la situación cambiará mágicamente.
En este punto cabe señalar que no hay actitudes buenas o malas, en los momentos de crisis reaccionamos como podemos y es positivo permitirnos que así sea.

Lo que produjo la debacle fue un proceso, el salir de ella, también lo será. Es bien posible hacer el intento ¡y tener éxito!. “Nada es permanente, todo se transforma”, reza una ley física. Vale la pena vivir y apostar al futuro, donde nos esperan un sinnúmero de posibilidades variadas en todos los campos. Una excelente manera de descubrir nuevamente la claridad es con compañía, o sea, hay que tener en cuenta que pedir ayuda a quien creamos conveniente es clave es este momento.

Para transitar el proceso de salida de esta situación tan dura, primero es necesario aceptarla. La aceptación implica entender cabalmente que, en efecto, esto tan temido o completamente inesperado tuvo lugar, y nos está sucediendo a nosotros. Aunque no lo merezcamos, no queramos o no sepamos qué hacer, sí, nos está pasando. En la medida que podamos, a nuestro tiempo, describamos la situación en primera persona. Una vez que nos acostumbremos a esta nueva realidad, el dolor irá quedando atrás.

Aceptación implica también perdonarnos incondicionalmente. Por los alertas que no quisimos o no pudimos ver. Por la negligencia o la extrema inocencia con la que actuamos. Por haber confiado a ciegas en nosotros mismos o en otra persona. Por no haber escuchado lo que nos decían, o por haber callado nuestras propias voces internas.

La aceptación es el puente que nos lleva del dolor a la paz interior. Nos conecta con nuestra condición de seres humanos, falibles, con errores y defectos, al igual que todas las personas que nos rodean. Asumir los errores como propios nos aporta claridad de conciencia. El autoconocimiento es esencial en la búsqueda del equilibrio psicofísico.

El aceptar el momento presente abre las puertas hacia otra oportunidad en la vida. Al entender exactamente qué sucede operamos en la realidad, y así contamos con la mejor predisposición interior para ver el abanico de posibilidades que se abre delante nuestro. De este modo lograremos las modificaciones de rumbo que deseamos. Todos tenemos la capacidad de procurarnos un futuro mejor. Cada día puede significar una nueva oportunidad, y trasformarse en un nuevo comienzo y en el primer paso hacia un futuro promisorio, si así lo decidimos."


Merlina Meiler
www.mejoraemocional.com

miércoles, 22 de enero de 2014

Dardos envenenados

Una compañera de trabajo, Mariví, nos envía un pequeño artículo como reflexión sobre los mensajes tácitos que los padres damos a nuestros hijos pequeños, sin ser demasiado conscientes de ello. Os dejo con él y espero que sea de utilidad para tomar conciencia de que lo que decimos y lo que “no decimos” llega al que tenemos enfrente y puede marcarlo para siempre si no ponemos cuidado en nuestros mensajes y en la forma de comunicar.

Hace un tiempo una divina niña de tres años nos honró con su presencia en una clase de yoga acompañando a su hermosa mamá. La pequeña se mantuvo durante una hora y cuarto en el silencio y la quietud que la práctica requería.

Al terminar, todas las personas allí presentes rodeaban a la niña y le alababan que “había sido muy buena y se había portado muy bien”.
Algo dentro de mí se estremeció ante semejante dardo envenenado, ya que el mensaje profundo que pude traducir en esas palabras era…”te alabamos porque has cumplido nuestras expectativas sin molestarnos”.

Catalogar de “buena” a una niña conlleva que una actitud contraria supondría que es mala; y no concibo la maldad en un pequeño de tres años.

La esencia de un niño es energía, movimiento, pureza. Esto no es bueno ni malo, simplemente ES. El problema no está en ellos, sino en nosotros como adultos que intentamos modelar a nuestros niños para que encajen en nuestras expectativas.

Las palabras van cargadas de mensajes que llegan a lo más profundo; van conformando el autoconcepto que tenemos de nosotros mismos, sobre todo a una edad tan temprana. Ir manifestando a un niño que “es bueno o malo” lo manipula subliminalmente alejándolo de si mismo a cada instante.

Nuestra lengua es rica, y más allá de “bueno o malo” hay adjetivos más positivos que enseñan a nuestros niños los límites sin dañarles en su autoestima.
Que una niña se mantenga en quietud es sorprendente; y en la ausencia de juicio que expresa ese adjetivo no hay daño.

Hemos de enseñarles los límites a nuestros pequeños para que puedan desarrollar su autocontrol interno. Es indispensable. Pero crecerán como seres seguros si no hacemos tambalear su autoestima encajándolos en una supuesta “maldad” ante sus actos.

El mejor regalo que les podemos hacer a nuestros hijos es una autoestima consistente, ya que les dará centro y fuerza vital ante cualquier situación de su existencia. Eso implica eliminar con urgencia el calificativo de “malo o bueno” que envenena sus almas y debilita sus mentes.
María Victoria Serrano Gómez.
Profesora de Yoga

martes, 21 de enero de 2014

El otro no soy yo

Sigo intentando que las personas entiendan que el empeñarnos en hacer cambiar a los demás, el que los otros vean las cosas como yo las veo, el que el otro o la otra conciba los tiempos y las expectativas justo como yo las siento, las concibo, las quiero…, todo eso no es sano para nuestro equilibrio emocional ni para nuestra paz interior, lo que hace que nuestra estabilidad y nuestra sensación de nosotros mismos se vea mal parada y nos hace creer que todo lo que nos rodea está mal. Nos sentimos mal y giramos alrededor de ese mal que nos aprieta el alma creyendo que el otro no nos quiere porque no hace las cosas que nosotros queremos. Pero, ¿tenemos la capacidad de comuniarnos con él o con ella? ¿Tenemos claro lo que queremos decirnos a nosotros mismos y sabemos autoescuchar nuestros diálogos internos?

Las alteraciones que nos embargan se las achacamos al otro al que no escuchamos cuando nos hace las demandas que necesita y que se ensombrecen con nuestra propia vara de medir esas situaciones, empobreciendo la necesidad de tolerancia y empatía como desarrollo energético beneficioso para valorar las situaciones de una forma mucho más objetiva.

Veo al otro con mis ojos y no como un individuo distinto con sus propias sensaciones y preferencias; con su propia vida de la que él es su único dueño…Y quiero hacerlo a mi imagen y semejanza para que sienta como yo siento porque creo que eso será mi felicidad. Entonces, si el otro debe ser y sentir como yo, ¿qué me gusta de él o de ella que se complementa conmigo y es distinto? ¿Precisamente eso que me gustó es lo que ahora quiero cambiar?

Hay que empezar por aceptar y por encontrar en nosotros esas fuerzas que mueven la naturaleza, las relaciones: el amor, la tolerancia, la empatía, la afinidad y el respeto.

Y vayamos a por ellas; pongámonos en el camino de la conciencia de ellas y veamos cuál o cuáles nos faltan para motivarlas desde nuestro interior, y trabajarlas, adquirir esas habilidades que nos facilitarán hasta los momentos de discusión dentro y fuera de la pareja. Porque hemos de darnos tiempo ya que nadie cambia de la noche a la mañana, pero sí iniciamos esa andadura contando con la voluntad de cambiar y poner la conciencia para hacerlo, llevando como premisa, como alguien dijo, la necesidad de vivir el presente, mirar el pasado con cariño, sin dolor y el futuro con esperanza, para quitar la ansiedad y el desasosiego.

Trabaja en conocerte. No juegues contigo al escondite. Y si vas a terapia, ve por ti y no lo hagas para entender al otro y ver, en lo que se dice en cada sesión, en qué está fallando el otro, según tú. Es tu terapia, individual e intransferible. Esfuérzate en saber qué te pasa y por qué. Lucha constantemente por superarte. No te conformes con lo que eres. Vive tu vida. No dejes que nadie la viva por ti. Cada uno tiene su vida para vivirla, cada persona es individual y por esto cada uno tenemos nuestro camino en la vida. Trata de ponerte en el lugar de la otra persona con comprensión, con amor, de esta forma entenderás muchas de las cosas que suceden.

A muchos les gustaría estar en pareja, lo anhelan, lo necesitan, pero eso no se puede “obligar”, por lo que lo adecuado es no apegarse en exceso ni demandar seguridad absoluta porque aprender a ser psicológicamente independiente, aunque sepas que en una medida necesitas a los otros, nos da autonomía en pensamientos y sentimientos. El amor debe unir, no separar, debe aunar, no dividir y debe complementar, no anular la identidad personal.

Pero, entonces, ¿debemos cambiar?...Uf, ¡qué miedo da esa palabra! No, no se puede renegar de la forma de ser de cada uno, sino más bien, reeducarla y adecuarla a los momentos y situaciones que en cada momento me vayan viniendo. Porque, ¿sabes?...tú eres tú y tus circunstancias…; elige las que quieres vivir dentro de tus posibilidades de elección. En definitiva la reeducación y la adecuación es un cambio porque cambia lo que el otro percibe de nosotros.

viernes, 17 de enero de 2014

Cambio interno y estructura en mi soledad.

Constantemente, en nuestra sesiones de terapia de pareja, y no sólo de pareja, sino también en esas individuales, en esas que se nos pide que “equilibremos la sensación de vacío al vivir porque no sé qué me está pasando para poder pasar estos tragos tan amargos, llenos de soledad y vivo con pareja.”…En esas sesiones se nos pide que enfoquemos la necesidad de saber qué nos está pasando y qué podemos hacer para saber qué decidir,… pero no se me ocurre casi nunca decidir por nadie.

Cada uno es dueño de su vida y de sus actos, aunque no olvidemos que todo lo que hagamos va a tener una repercusión, más grande o más pequeña…Todo va a tener un precio que pagarse por lo que hagamos, por lo que se hace necesario pensar, reflexionar y coger tiempo en soledad para nosotros mismos como inversión primera y primaria que nos haga centrar nuestro norte.

No es bueno querer que nos hagan vivir, que nos “norteen” nuestro ritmo y las decisiones, que nuestro coach decida por nosotros, aunque es más fácil, pero nefasto porque anulan mi propio sentido vital.

Me dices que sabes que tienes que cambiar, que debes equilibrarte, pero para equilibrarte has de estar en movimiento, no parado. Pero lo que quieres es saber sobre el amor…sobre cómo has vivido el amor en tu vida y cómo lo llevas en tu pareja y cómo yerra en su desarrollo…Lo que quieres es saber cómo ha de ser un amor maduro que creo que es la base, la sal de la relación entre las personas, las parejas, y lo sabes cuando vives sensaciones como las que a continuación te indico.

Antes es conveniente decir que solemos cambiar porque no nos salen las cuentas pero como no hemos cambiado nuestra urdimbre, solo cambiamos de persona con la que compartir nuestros mismos problemas sin solucionar. ¡Maduremos!

“Cuando el amor es un amor maduro: 1. No controlas a la pareja en tu vida; sabes que es tu pareja, entonces no hay necesidad de control. 2. No gritas porque no te llaman, le haces ver con cariño que hubo un momento en que necesitabas sentir que te recuerdan. 3. No monopolizas el tiempo de tu pareja. Por el contrario te das cuenta de que un poco de espacio, hace del tiempo juntos algo más especial. 4. Perdonas si se equivoca, y ofreces tu hombro y un pañuelo, sabes que ninguno de los dos sois perfectos, y asumes que la vida en pareja es un crecer juntos. 5. No tienes miedo de estar solo/a. Utilizas tu tiempo como tiempo para tu crecimiento personal. 6. Si en algún momento fuiste lastimado en la vida por alguna pareja, sabes que fue otra pareja y no generalizas. 7. Comprendes que algunas veces el que tu amas, te amará y si no, continúas tu camino sin rencor. 8. No haces que tu pareja tenga que volver a casa, haces que sea un gusto volver a casa, porque sabes que para ti también es un gusto volver a casa. 9. Dejas tu agenda abierta y esperas a hacer planes en equipo, en pareja, asumiendo que en ocasiones es sano no hacerlo todo juntos. 10. Un amor maduro es el que vuela en libertad y respeto, celebrando la alquimia de crecer juntos.”