así somos

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lunes, 27 de febrero de 2012

Conflicto, ¿individual o de pareja?


Si partimos de la base de que el conflicto en la pareja es la suma de los asuntos que traemos cada uno por resolver (de nuestro inconsciente, de nuestras experiencias anteriores…), tal vez deberíamos escucharnos, oírnos desde dentro y observar que “nuestros puntos débiles” son precisamente lo más urgente que hemos de solucionar, ya que si nos permitiéramos tiempo y trabajo, nos daríamos cuenta que es lo que, incongruentemente, rechazamos y evitamos. Nos molestan esas cosas pero no actuamos sobre ellas, perpetuándolas así en el tiempo con el consabido agravamiento de las situaciones.

Sí, rechazamos, negamos, proyectamos en otros nuestras propias impotencias sin ser capaces de hacer una introspección profunda de los propios miedos, inseguridades… No llevamos a nuestra conciencia ese entramado vital que necesita de nuestra actitud activa por vivir de la forma que la propia Naturaleza nos indica; y pretendemos conocer a los otros, juzgarlos, condenarlos, cuando no elevamos a la propia escala de prioridad que el factor más importante para ser uno mismo es el autoconocimiento.

Todos, o muchos de nosotros, hemos leído: “No te resignes ni esperes que el otro cambie para ser feliz. Ser consciente de lo que te pasa y asumir la responsabilidad de tu propia vida, te ayudará a encontrar la verdadera razón que te mantiene insatisfecho y te dará la fuerza para cambiarlo.” Pero lo hemos leído y leemos tanto que a veces, pienso, que solo se coleccionan cantidades ingentes de información básica que dice lo mismo, y únicamente soluciona por unos minutos nuestra ansiedad de búsqueda de “algo” porque nos hace vislumbrar nuestras posibilidades de cambio, porque hay herramientas, porque esa teoría válida nos puede llevar a un estado diferente de conciencia y actitud donde nuestro bienestar entrará en un remanso de sabiduría para bien vivir. Pero no empezamos. Almacenamos conocimientos que, si no utilizamos, son inútiles.

¡Empecemos a actuar! ¿Cuándo?, ¡hoy mismo! ¡Ahora! ¡Ya, es el momento!

Estas teorías que hemos ido amasando durante tantos años, ya es hora de que las pongamos en práctica, porque funcionan, y el caso es que lo sabemos o por lo menos lo intuimos por una razón bien sencilla: sigo haciendo lo mismo que hacía y no dejo de estar mal, ¿por qué?...

Grandes pensadores y terapeutas que se han dedicado a activar el comportamiento y la psique humanos y que han llevado a las personas a dirigirse y dirigir su conciencia y conocimiento hacia sí mismos, han dicho hasta la saciedad que es preciso integrar un proceso por el cual se logre que lo desagradable que percibimos en nosotros y en los demás, y a veces, “eso” que nos hace actuar y parece desconocido para nosotros, se pueda convertir en algo maravilloso de la conciencia normal.


Hablo de integrar y no de reprimir, porque si reprimimos este nivel psicológico sólo decidimos que algo es desagradable y lo apartamos de nuestra conciencia para no sentir lo que provoca; y si no sentimos y observamos ese sentimiento, no podemos abordarlo para solucionar nuestro malestar.

Cuando “estamos mal”, es un aviso que nos mueve todo nuestro bosque con el objetivo de que hemos de buscar, tratar y “curar” el árbol que está dañado o que presenta alguna deficiencia; y necesitamos crearnos, reinventarnos, renacer a través de un pensamiento creativo que no discrepe de nuestro yo. Una gran compañera y profesional de la orientación familiar, Gloria S. Conesa, dice que cuando observamos que algo dentro de nosotros chirría hemos de buscar el aceite, el bálsamo que vaya a poner en buen funcionamiento nuestra maquinaria del alma, porque el propósito debería ser el equilibrio que haga que, de forma consciente, podamos cambiar el sistema de creencias que nos hace mal por otro que nos beneficie para ayudarnos a vivir como realmente queremos desde nuestro interior: pensamientos positivos producen resultados positivos y pensamientos negativos producen resultados negativos.

Juan José López Nicolás

lunes, 20 de febrero de 2012

Mascotas y terapia para la vida

Hace bastante tiempo, en nuestra consulta, surgieron varias cuestiones por parte de nuestros clientes, preguntas, ideas, relacionadas con las mascotas y la tercera edad: idoneidad de esta terapia, importancia de las mascotas en la vida de los ancianos, relación afectiva e importancia de la expresión de las emociones para seguir sintiendo la vida en el cuerpo, cargado de años, sí, pero no exento de la necesidad de seguir expresando y sintiendo las cargas afectivas que oxigenan el alma y motivan a la vida, etc.

Como cada vez eran más numerosas las preguntas a través, incluso, de nuestro blog, me puse en contacto con un enamorado de los animales, un veterinario vocacional y un enamorado asimismo de la vida y las relaciones personales en el mundo animal, y le pedí que me escribiera un pequeño artículo sobre este tema, lo que le agradezco profundamente a Francisco Pérez Sánchez, Veterinario de La Fundación Veterinaria Clínica de la Universidad de Murcia, por su celeridad y profesionalidad. Aquí os dejo con este apunte que tantos de vosotros me habíais consultado.

En la actualidad la esperanza de vida es, en general, la más elevada de la historia del hombre. Nuestros mayores se enfrentan cada vez en mejor condición física y emocional a la llamada “tercera edad” y aunque algunas personas continúan trabajando, por ejemplo, cuidando de sus nietos, la gran mayoría empieza a disfrutar de su vida de jubilado. Hay personas mayores que durante esta época aprovechan el tiempo para poder hacer todo aquello que no han podido hacer antes, como viajar, descansar, estudiar o simplemente disfrutar. No obstante son cada día más los mayores que afrontan esta etapa con desilusión, con incertidumbre o con desequilibrios emocionales que, a sus ojos, son barreras infranqueables para llevar una vida feliz y normal. El sentimiento de soledad patente en muchas personas ancianas a pesar de convivir en residencias o de recibir las visitas de familiares y amigos, la sensación de no ser una persona útil y el aislamiento social o emocional que sufren, merma su calidad de vida, cambia su comportamiento y su carácter hasta el punto de llegar a entrar en un círculo vicioso del que es muy difícil escapar.

Pero, ¿cómo podemos ayudar o impedir que esto suceda? Desde luego hay muchas alternativas: programas de viajes organizados, obras sociales de centros lúdicos u ONG’s… mi propuesta: pon un perro o un gato en tu vida. Desde luego no debe ser una decisión baladí; es una responsabilidad. Un animal necesita tiempo, cuidados y dedicación pero puede hacer muchas cosas por nosotros y por nuestros mayores.

Debemos tener cuidado a la hora de elegir a nuestra mascota, la edad, sexo, raza y especie son determinantes para lograr los objetivos beneficiosos de la terapia con animales. La especie es el primer dilema, los gatos presentan la gran ventaja de no necesitar salir a pasear al exterior de nuestra casa y son más independientes que los perros; requieren pocos cuidados en cuanto a higiene, estas características pueden ser muy atractivas para alguien que presente movilidad reducida o incapacidades físicas de importancia. La raza es también un punto a tener en cuenta, determina el tamaño del animal, como es lógico no es igual un caniche que un pastor alemán, además cada raza presenta unas características específicas que determinan las atenciones y cuidados necesarios (cepillado del pelo, nutrición, ejercicio…). El siguiente aspecto a considerar es la edad del animal. Los animales jóvenes son más activos que los animales mayores, pueden ser más difíciles de controlar durante el paseo y desde luego son más juguetones. Cada persona necesita a su animal concreto, deben ser compatibles a nivel físico y emocional. En EEUU hay programas de adopción de perros específicos para personas mayores, los perros son también animales mayores que a menudo comparten rasgos con sus propietarios: movilidad reducida, nivel de actividad, etc.

Son ya muchos los programas de terapia que incluyen parcial o totalmente animales para desarrollarlas, no solo con ancianos sino también con niños, personas discapacitadas, etc. Si centramos nuestra atención en las personas mayores y nos paramos a pensar en qué puede hacer un animal por ellas, no son pocas las ideas que nos pueden venir a la mente y nos puede hacer reflexionar en cuanto a la salud física y emocional: ¿mejoran al convivir con una mascota?

Son diversos y numerosos los estudios publicados que así lo afirman, como ejemplo sirva mencionar los estudios de Granger y Kogan (2003), donde argumentan que los ancianos que se relacionan con perros tienen una mayor satisfacción con la propia vida y un menor índice de depresión; o el estudio de Beck (2003), donde se demostró una mejora de la autoestima y de la sensación de seguridad en el mismo supuesto anterior. Otros estudios relacionados han demostrado: descenso de la presión arterial, colesterol y triglicéridos en personas hipertensas (Katcher, 1987), incremento de supervivencia en afecciones coronarias (Bustad, 1996), disminución de problemas de salud de tipo menor (Serpell, 1991), así como beneficios en el tratamiento de la ansiedad (Holcomb, 1989).

Muchos ancianos tienen problemas emocionales derivados de factores propios de su edad como la pérdida de la salud, el deterioro funcional que predispone a la dependencia física, enfermedades crónicas, la pérdida de seres queridos o del rol que se representaba dentro de la familia, pérdida de objetivos en la vida, ansiedad por la muerte o la carga negativa que implica el ingreso en un centro o residencia.


¿Cómo ayuda aquí convivir con una mascota? Por un lado la necesidad de sacar a pasear a tu mascota es un estímulo para realizar ejercicio, por otro lado es también una fuente de relaciones interpersonales y de socialización. Nuestra mascota necesita unos cuidados y atenciones, esa necesidad de atención precisamente es la que promueve un sentimiento de “utilidad” en las personas mayores. Un perro o un gato no es un mueble, no es algo inerte, tiene vida, hábitos y comportamientos propios, necesitan de un contacto físico y emocional con su propietario, necesitan ser queridos y querer a su dueño, desarrollan dependencia por su dueño, lo “necesitan”. Los perros son animales muy expresivos, capaces de mostrar reacciones faciales y corporales que a nosotros nos despiertan sentimientos propios. Son capaces de mostrar afecto, miedo, alegría, nos reímos con ellos y lloramos cuando ya no están, compartimos emociones y hasta parece que muestran empatía con nosotros. Son capaces de crear un vínculo único entre animal y hombre que puede ser muy beneficioso.

Como conclusión final os comento que las mascotas son una fuente de compañía y afecto, un apoyo ante el aislamiento y la soledad, dan ilusión, te animan, independientemente del problema que tengas, no te reprochan nada y pueden llegar a ser, desde luego, un motivo por y para levantarse a diario y seguir adelante. No se pueden ustedes imaginar cuanto.
Francisco Pérez Sánchez.
Veterinario HCV UM.

lunes, 13 de febrero de 2012

Búsqueda interna y camino

“La muerte de Whitney Houston me recuerda lo que sucede cuando una persona se pierde en la búsqueda de sí misma. Cada uno de nosotros bajamos a los infiernos de lo que consideramos nuestros propios fracasos, o ascendemos al Olimpo de aciertos y éxitos, queriendo encontrar respuestas.”

Así comienza Graciela Large un artículo nuevo esta semana en su página y a mí me hace reflexionar al mismo tiempo sobre el tema de la autoexploración, la crisis, los problemas, el yo y los demás…en definitiva, la eterna búsqueda hacia fuera de lo que irremediablemente somos desde dentro.

Solemos decir que no nos encontramos a nosotros mismo (¿pero somos conscientes de ello en realidad?) cuando estamos más perdidos que nunca en nuestro caminar ante la vida, ante sucesos que nos están hiriendo, ante vivencias naturales, que corresponden a nuestro natural ciclo de vida,…pero jamás hacemos lo que nos aconsejan profesionales, la misma vida con sus lecciones y aprendizajes (que casi no vemos por no prestar atención), lo que sabemos que hemos de hacer, porque nuestra inercia de pérdida sigue anclada en nosotros y estamos en un círculo de búsqueda sin ver la otra cara de la moneda, la otra cara del espejo, la otra parte de nuestra sombra que nos pertenece y nos hace ser nosotros mismos en nuestra realidad.

Pero lo bueno es que a veces tenemos consciencia de este estado y nos disponemos a luchar por tocar el cielo dentro de la misma tierra porque esta sombra interna de nuestro mismo yo nos puede dar luz para que nuestro propio proceso lo podamos traer hacia nuestro consciente humano y así, si logramos ser honestos con nosotros mismos y no nos autosaboteamos (en esto somos grandes especialistas, siempre tenemos una excusa para no hacer) logramos ver el principio del hilo cuando hemos decidido cortar ese círculo vicioso que nos aprisiona hasta ahogarnos y decidir, a veces, hacer cosas que a nadie se le ocurrirían, a priori.

Siempre tenemos la opción de seguir como estamos o la de optar por un cambio adecuado a las circunstancias y no exento de poner toda la conciencia en que los hechos que nos acontecen son totalmente nuestros, tanto los positivos como los negativos, y no hacen otra cosa que enseñarnos, mostrarnos caminos que nos empecinamos en retorcer, cuando si vemos con distintos ojos, los problemas, las crisis, pueden ser oportunidades de aprendizaje que solo va a depender su solución de la disposición personal y de la evolución que llevemos aparejada como seres que tienden hacia un equilibrio propio.

Dice G. Large, abundando más en esta reflexión que “Ser consecuente con esa realidad nos permite sentir el dolor, y no obstante, dejar de sufrir. Este último enmaraña la búsqueda, desbordando las emociones y entrampando la consciencia para creernos que somos impotentes ante lo que sucede. Salir de ese círculo pasa por admitir que estás donde quieres estar, y sólo tu ignorancia o la valoración negativa que haces de lo que pasa te llevan a reprimir la alegría, esa que es necesaria para tomar decisiones que tomen el pulso a los retos y podamos dejar de ignorar las consecuencias que tiene un proceso. Sobre todo que deje de ser algo ajeno a nosotros. Arrojar luz a un proceso depende de querer mirar lo que llevamos en nuestra propia maleta…” y no querer justificarnos observando las miserias que llevan otros en las suyas, pretextando esta observación para no hacer, no andar, no dar el primer paso y cambiar lo que es necesario cambiar, -aporto yo- para llegar a nuestra homeostasis deseada. No puedo dejar de recordar lo que en este blog no hemos parado de decir muchas veces: "Cuando cambio yo, cambia mi universo."

Y al final, si somos capaces de enfrentarnos con nuestra propia evolución, nuestra propia sombra frente al espejo, nuestros aprendizajes, sucede lo que termina por decir en su artículo la Dra. Large: "La tristeza nos supera a falta de preguntas que nos ayuden a encontrar el sentido y a ver las consecuencias inmediatas de un estado de parálisis emocional. La búsqueda de sí mismo pasa por tirar de ese hilo que permite dejar de engañarnos con la desesperación."

Juan José López Nicolás

viernes, 10 de febrero de 2012

Revisando la crisis desde el interior

Repasando y actualizando unas revistas antiguas (me gusta hacerlo de vez en cuando), he descubierto, o mejor, redescubierto un artículo de Esperanza Borús que viene a cubrir una duda que llevaba semanas en mi cabeza. Me sonrío porque parece que cuando estás buscando algo y lo haces por la vía adecuada, te llega de alguna manera y se pone en tu camino para servirte de instrumento en tu quehacer vital. Sigo teniendo asombro al ver que las cosas tienen una razón para que pasen, aunque a veces no lo entendamos; tal vez sea porque hemos de aprender o aprender, y si nos negamos a hacerlo nos siguen pasando, como el recorrido de una noria...hasta que aprendamos.

Por esto necesitaba, buscaba ideas para ver cómo enfocar a un paciente la orientación sobre el desencanto del alma en estos tiempos de crisis profundas, no sólo económicas, laborales, etc., sino crisis internas, del interior del ser humano que amenaza con destruirlo hasta en su propia escala de valores éticos y morales. Y ahí estaba,…abierto, para que lo releyera y lo reflexionara en mi intención de dar pistas para la reflexión a mi cliente desorientado.

Ante mis ojos, Esperanza Borús, comenzaba a desparramar sus comentarios,…suaves, en cascada y sonido tranquilizador, musicales, con una tremenda ternura para que empaparan en lo más hondo de mi ser…O tal vez fuera yo que los sentía así porque mi ánimo estaba así:

”No te entregues a imaginaciones, sino entrégate al momento siendo práctico…El vagabundeo mental, las asociaciones mecánicas, el ir y venir sin rumbo de los pensamientos, la distracción constante, la inclinación mórbida de la mente a quedar fija en acontecimientos pasados, repitiendo los recuerdos como en una moviola, la tendencia a proyectarse hacia el futuro…nunca ofrecen una solución práctica a los problemas reales, sino que por el contrario son un escape del momento presente, nublando la razón y convierten la vida del hombre en una vida imaginada.

No permitas, pues, que tu mente, que es un instrumento precioso cuando se sabe usar, te aleje del Presente Sagrado y te impida vivir. Ten en cuenta que quien no conoce el presente no vive la vida, únicamente la sueña…

…No te entregues a la queja, a la autocompasión ni a las emociones negativas, por el contrario admira la vida y agradece su generosidad…Ya te habrás dado cuenta de que los consejos que te doy van contra tus viejos hábitos, bien se traten de hábitos mentales, emocionales o de conducta. Y sé que solamente seguirás mis sugerencias cuando llegues a comprender que todo ello (tus viejos hábitos) te acarrea muchas desdichas…

…Abandona el vicio tan común de la queja constante y no te hagas cómplice de las emociones negativas desgastantes. Aunque no lo creas así, ellas no son tu fuerza sino tu debilidad. No te atormentes por nimiedades pasajeras ni ofensas a tu ego. Guarda toda tu energía para resolver problemas reales, no imaginarios…

…La bondad y la nobleza de tu corazón harán de tí un ser humano libre. Si en tu bondad hay debilidad, te convertirás en un animal de carga. No pienses en la bondad como un estado de constante concesión a las necesidades o caprichos del prójimo. No llames bondad a lo que no es más que temor o debilidad. Ayuda siempre que te sea posible, pues ese es el ritmo del amor, ser feliz y hacer felices a los demás, pero no permitas que la carga que pertenece al otro sea cargada a tus espaldas.

…Ábrete al instante, permanece tranquilo. Recuerda que la prisa es un tóxico de la vida interior.”
Nos toca reflexionar, ¿vale?...pues a ello, amigos.

Extraido de la revista AVIVIR Año XXX. nº 206