así somos

Bienvenidos, espero que disfrutéis con la utilidad de este blog.

Mostrando entradas con la etiqueta duelo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta duelo. Mostrar todas las entradas

lunes, 31 de octubre de 2011

Expresión del duelo: vivir la pérdida

La pérdida, la elaboración del duelo, en todas sus formas, se desarrolla bajo las perspectivas de un dolor que parece que nunca se va a terminar; parece que ese dolor que nos atenaza se desparrama por todo nuestro ser impidiendo pensar en otra cosa que no sea ese propio dolor, que sentimos hincar sus uñas en nuestra propia alma. Pero el tiempo, el trabajo personal, la ayuda terapéutica y la elaboración, con el trabajo apropiado, hacen que la profundidad y la agudeza del dolor dé paso a las sensaciones más profundas, que, sin olvidar, serenan esa agudeza y hacen poder verbalizar las sensaciones desde otros planos distintos y no discapacitantes para poder llevar una vida equilibrada y medianamente normal. Se adquieren otros recursos que oxigenan el corazón y el pensamiento.

Os dejo, a continuación, con un escrito de una compañera, que ha logrado poder verbalizar y escribir sobre la muerte de su hermana de una manera totalmente distinta a como lo hacía años atrás. Ninguna muerte es igual a otra y ninguna pérdida es igual a otra, pero en ese escrito, hecho desde la profundidad del alma, se observa el dolor sereno, con la aceptación debida, aunque no exento de ese sentimiento plagado de las cicatrices que jamás llegan a curarse del todo. Si profundizáis en él, veréis todas las sensaciones que un ser humano puede sentir ante una pérdida de uno de los seres más queridos de la vida. Tal vez, incluso, haya encontrado la forma de hacer una especie de despedida, la que no pudo hacer en momentos anteriores, y que de no realizarse, nos puede sumir en un duelo patológico.


23.15 de la noche… Tu último suspiro fue para mí, lo sé. Entré en la habitación para saber cómo estabas; miré a tu corazón, respiración inexistente, esperé, seguí mirándolo, expectante, y de pronto, después de un tiempo infinito para mí, respiraste (tu último, último adiós) y te fuiste; te marchaste para siempre.

Hermana, esta noche te puse una vela, esperé la hora en la que concluiste tu existencia terrena, me rodeé de tus fotos y apagué la luz para que solamente tú reinases en esta noche de tantos recuerdos. Era preciso para mí hacerlo de esta manera. No puedo pasar un día sin que tu memoria me invada; sin que tu recuerdo no acceda a toda mi vida. ¡Hermana mía!...

Tu cuerpo define el lugar donde te encuentras; imagino que allí siempre será primavera; entiendo que no habrá limitación para el amor. No, hermana mía del alma, tú no tenías límites para amar, tú amabas siempre. Tú eras amor.

Mirándote a ti, en esta noche en la que el temblor me aprisiona, me limita, te hablo y te explico todo lo que yo sentí esa noche fatídica en la que, después de fallecer, me acosté a tu lado, te toqué el pelo. Parecía que nada hubiese pasado, estabas como durmiendo, musitándole a las estrellas, jugando con ellas(probablemente) buscarías un sitio lleno de árboles, ¿ el mar?, ¿dónde estabas, dime, dónde estabas cuando te fuiste?. Dime dónde estás hermana mía. Esta noche te he pedido que vueles lejos, que te olvides de nosotros, que no asistas a este apego, que no es bueno para ti; que todos estos amores que aquí dejaste te sirvan para emprender vuelo, un vuelo alto hacia Dios, hacia toda la vida que tú siempre representaste. Y te lo digo como cuando era niña, sin papeles, sin excusas, sin mentiras... Todo es cierto, pero... ¡cuanto dolor hay en mi corazón, cuanto te echo de menos, cuanto te necesito a mi lado!

"Contigo todo es más fácil!", me dijiste un día. ¡Ay, corazón mío, qué solita me has dejado!

Eras un espíritu libre, estabas reducida a la apariencia de un círculo lleno de luz alrededor de un planeta llamado tierra, donde todo lo que emerge (por definición, es reducido), por eso te fuiste; eras tan libre que un sólo sentimiento tuyo escapaba de nosotros; quedaste atrapada aquí y en tu horizonte viste castillos cuyas murallas ningún ejército escalará jamás.

No tengas en cuenta mi dolor, sé que estarás bien, mucho mejor que yo, seguro, mucho mejor que a todos los que dejaste. Por eso no me hagas caso, vuela alto, muy alto, que nadie pueda divisar tu imagen, con la perspectiva de la distancia y la cercanía de tu amor.

Examina todas las maravillas de Dios, espérame, escribe un libro hermoso, tan precioso como tú, que cuando nos veamos (espero que falte mucho), y no es por ganas de verte, que eso no, tú lo sabes, estrechemos nuestras almas como hacíamos cuando eras. Pero también sabes que todavía tengo cosas que cuidar aquí, todas aquellas que tú dejaste a medio hacer y yo me encargo, superviso, soy paciente, estoy. Pero recorre todos los sitios, apunta bien las direcciones para que cuando nos recojas podamos disfrutar majestuosamente de la eternidad…Y SIEMPRE CONTIGO.



jueves, 24 de febrero de 2011

ENFOQUE SOBRE EL DUELO Y VIVIR LA PÉRDIDA

En esta dirección http://www.empresaflores.com/04.articulos_06.htm encontré un artículo sobre el duelo y la pérdida que me pareció interesante; unos matices distintos en el enfoque del tema del duelo.

“Nuestra sociedad continúa manteniendo un cierto número de mitos acerca del dolor y el duelo. Estos mitos pueden parecer inofensivos, pero he descubierto que muy pronto llegan a causar dificultades durante el proceso de curación.

Este artículo describe cinco de los mitos más comunes acerca del sufrimiento. Espero que esta información pueda ayudaros a superar estos mitos y a comprender mejor cómo ayudarse a uno mismo y a los demás, a “curarse”.

Mito Nº1: Dolor y duelo son la misma experiencia
La mayoría de la gente tiende a usar las palabras duelo y dolor de forma intercambiable. Sin embargo, hay una diferencia importante entre ellas. Hemos aprendido que la gente se encamina hacia la curación no solamente sufriendo sino también haciendo su duelo.

Está establecido que el dolor corresponde a los pensamientos internos y a los sentimientos que experimentamos cuando muere una persona amada. El duelo, por otro lado, es sacar nuestras experiencias íntimas de dolor y poder expresarlas exteriormente.

En realidad, mucha gente en nuestra cultura sufre, pero no realiza un duelo. En lugar de ser alentados a expresar su dolor externamente, a menudo reciben mensajes tales como “sigue adelante”, “trata de mantenerte ocupado”. Así que tratan de terminar con su sufrimiento en soledad, en vez de hacerlo externamente en compañía de sus seres queridos.

Mito Nº2: Hay una progresión ordenada y predecible en la experiencia del dolor.
Tener períodos de pensamientos similares acerca de la muerte y el dolor ha resultado atrayente para mucha gente. De alguna manera “los períodos de dolor” han ayudado a la gente a darle sentido a una experiencia que no es tan ordenada ni tan predecible como a nosotros nos gustaría que fuera. ¡Si solamente todo fuera tan simple!

El concepto de “período” fue popularizado en 1969 con la publicación de Elizabeth Kubler-Ross en “Sobre la muerte y los moribundos”. Kubler-Ross nunca pretendió que la gente interpretara literalmente sus 5 períodos de agonía. Sin embargo mucha gente hizo justamente eso, no solamente con el proceso de la agonía, sino también con el proceso de pérdida, dolor y duelo.

Una consecuencia de esto es que la gente que rodea a la persona que está de duelo cree que él o ella deberían estar en el “estado 2″ o en el “estado 4″, por ahora. Pero nada puede estar más lejos de la verdad que esto.
Cada persona realiza su duelo de una forma única. No es no predecible, no ordenada. Ni pueden sus diferentes dimensiones ser categorizadas. Solamente nos encontramos en problemas cuando tratamos de ordenar cómo deberían ser las experiencias de duelo y dolor de los demás o cuando tratamos de acomodar nuestro propio dolor dentro de pequeños compartimentos.

Mito Nº 3: Es mejor alejarse del dolor y del duelo en lugar de ir hacia él.
Muchas de las personas que sufren no se dan permiso a sí mismos, o no reciben permiso de los demás para realizar su duelo. Vivimos en una sociedad que a menudo anima a la gente a que se aleje del dolor y no a que se haga cargo de él. Mucha gente ve al dolo como algo que se debe superar y no como algo que se debe experimentar. El resultado es que muchos de nosotros o pasamos el duelo en soledad o tratamos de alejarnos de nuestro dolor.

Aquella gente que continúa expresando su dolor en una forma abierta haciendo su duelo, a menudo es considerada como “débil”, “loca” o “digna de lástima”. El mensaje más común es “tienes que salir y seguir adelante con tu vida”. Resistirse a las lágrimas, sufrir en silencio, y “ser fuerte” son tenidos en cuenta como comportamientos admirables. Mucha gentes que sufre ha internalizado el mensaje de la sociedad que dice que el duelo debería hacerse de una manera silenciosa, rápida y eficiente.

Tal mensaje aprueba la represión de los pensamientos y sentimientos de la persona que está sufriendo. El problema es que el tratar de enmascarar el dolor o tratar de alejarnos de él da como resultado ansiedad y confusión. Con un pequeño, si hay alguno, reconocimiento social del dolor normal del duelo, la gente comienza a pensar que sus pensamientos y sentimientos son anormales. “Pienso que me estoy volviendo loco”, me dicen ellos a menudo.
Ellos no están locos, simplemente están sufriendo. Y con el objeto de recuperarse deben ir hacia delante con su dolor continuando con su duelo, y no tratar de alejarse por medio de la represión y la negación.

Mito Nº 4: Las lágrimas expresando dolor son solamente un signo de debilidad
Desafortunadamente mucha gente asocia las lágrimas, producto del dolor, con un comportamiento inadecuado y con debilidad. Las lágrimas por parte de la persona que está de duelo, a menudo generan sentimientos de impotencia en los amigos, parientes y demás personas que la rodean.

Más que por un deseo de proteger a la persona doliente, los amigos y la familia pueden tratar de detener las lágrimas. Comentarios tales como “Las lágrimas no lo van a traer de vuelta” y “A él no le gustaría que llores”… se oponen a la expresión de las lágrimas.
LLorar es una forma natural de descargar la tensión interna del cuerpo, y le permite a la persona que está de duelo comunicar su necesidad de ser reconfortado. El llanto hace que la gente se siente mejor, emocionalmente y físicamente.
Las lágrimas no son una señal de debilidad. En realidad, son una indicación de la buena voluntad de la persona doliente para hacer el “trabajo del duelo”.

Mito Nº 5: El objetivo es “vencer” tu dolor.
Todos hemos escuchado a la gente preguntar: “¿Todavía te encuentras en esta situación?” ¡Pensar que como seres humanos podemos olvidarnos del dolor, es ridículo! Nunca nos olvidamos de nuestro dolor pero sí podemos llegar a reconciliarnos con él.

No lo resolvemos ni nos recuperamos totalmente de nuestro dolor. Estos términos sugieren un completo retorno a la “normalidad” pero en mi experiencia personal tanto como en la profesional, nuestras vidas han cambiado para siempre por la experiencia del dolor. Par la persona doliente, asumir que la vida va a ser igual que antes de la muerte es irreal y potencialmente perjudicial. Aquellas personas que piensan que el objetivo es “reducir” el dolor, lo pueden convertir en algo destructivo para el proceso de curación.

Las personas que están de duelo, de todas maneras, aprenden a reconciliarse con el dolor. Aprendamos a integrarnos a una nueva realidad que nos lleva hacia delante, continuando con nuestra vida, pero sin la presencia física de la persona fallecida. Con la reconciliación llega un renovado flujo de energía y confianza, habilidad para reconocer completamente la realidad de la muerte, y la capacidad de volver a reincorporarse a las actividades normales de las personas vivas. También llegamos a darnos cuenta que el dolor y el sufrimiento son una parte difícil aunque necesarios de la vida y de los seres vivientes.

A medida que la experiencia de la reconciliación se va descubriendo, también nos damos cuenta de que la vida va a ser diferente sin la presencia de la persona fallecida. Al comienzo nos damos cuenta de esto con nuestra cabeza, y más tarde empezamos a reconocerlo con nuestro corazón. También nos damos cuenta que la reconciliación es un proceso, no un resultado.
La sensación de pérdida no desaparece completamente, pero sí se suaviza, y la angustia intensa causada por el dolor se hace menos frecuente.
Entonces emerge la esperanza de que una vida continúa, mientras somos capaces de hacer un compromiso con el futuro, dándonos cuenta de que la persona fallecida nunca será olvidada, y sabiendo que nuestra propia vida puede y debe seguir hacia delante."

viernes, 30 de marzo de 2007

APUNTES BASICOS SOBRE DUELO

Sobre El Cómo Ayudarnos y Ayudar a Otros a Recuperarse de la Pérdida de Un Ser Querido
Guía de Urgencias.

Usted ha perdido un ser querido y esto representa una de las tragedias más graves que pueden sucedernos. Así lo entendemos y lo reconocemos. Por ello, permítanos ayudarle en estos difíciles momentos mediante estos cortos consejos. Utilícelos como herramientas que le permitan administrar su dolor en los instantes más difíciles.

La familia.
La pérdida de un ser querido nos afecta a todos como familia y es en ella donde podemos encontrar nuestra mejor ayuda. La situación es bastante dolorosa como para que la familia se desuna y cada uno tenga que llorar solo. Al contrario, en momentos de crisis la familia debe permanecer aún más unida y compartir su dolor conjuntamente.

Las diferencias.
Las reacciones a la pérdida de un ser querido varían mucho entre las personas y entre uno mismo según la edad que uno tiene y las circunstancias en las que se encuentra cuando tiene estas pérdidas. Por ello, no será apropiado que se compare con otros.

Los factores que marcan la diferencia.
El nivel de apego que se tenía con la persona perdida, las características de la muerte (muerte súbita frente a muerte anticipada o esperada), la personalidad que uno tenga, la disponibilidad de apoyo social o familiar y la presencia de otros problemas graves que suceden al mismo tiempo pueden hacer que nos sintamos diferentes unos de otros a pesar de haber perdido la misma persona.

El dolor.
Debido a que en ninguna otra situación como en el duelo el dolor producido es TOTAL (en verdad toda la vida nos duele), no olvide que su dolor es legítimo, real, extremadamente intenso y muy diferente al de una fractura de un hueso, de una quemadura grave o de cualquier otro dolor severo.

Nuestro mundo.
Cuando perdemos a un ser querido, su ausencia puede afectar de forma grave las relaciones que tenemos con el mundo y con otras personas. Así, es normal que durante el período del duelo sintamos que nuestra realidad se ha hecho añicos, que nuestro sentido de la vida se ha perdido y que sintamos que nuestra personalidad o nuestro corazón se ha roto. Siempre será bueno que exprese y comparta sus sentimientos con sus otros seres queridos: se dará cuenta que ellos piensan y sienten lo mismo.

La mala comunicación.
Una reacción frecuente que tenemos cuando perdemos un ser querido es la de no "mostrarle" a otros nuestra angustia para de esta forma no angustiarles, y los otros hacen lo mismo: no se angustian para no angustiarnos. Así, lo único que logramos es "construir" un muro entre ellos y nosotros, una barrera a través de la cual "pasan algunas cosas y otras no", perdiendo de esta forma la más valiosa herramienta para poder recuperarnos: una buena comunicación, un "espacio", unas "personas" con las que podemos llorar y hablar libremente de la muerte, el dolor, la ausencia, la angustia, la falta que nos hace, etc.

Las fases.
El duelo tiene unas fases o etapas por las cuales transcurre el proceso de recuperación que son muy parecidas a las etapas por las cuales una herida pasa hasta que queda la cicatriz. Las reacciones que se presentan son totalmente normales y esperables ante la pérdida de un ser querido, y son comunes a todos aquellos que se encuentran en estado de duelo. Pueden presentarse de forma simultánea, solo algunas de ellas por vez, el predominio de una sobre otras o escalonadamente, pudiendo persistir algunas por un tiempo más prolongado o continuar en la siguiente fase del duelo. Así, no se extrañe, lea sobre ellas, déjelas pasar y compártalas.

Síntomas.
Sentirá muchas cosas, algunas de ellas nuevas, extrañas, angustiosas y muy dolorosas. Entre estas están: incredulidad, confusión, inquietud, oleadas de angustia aguda, pensamientos que se repiten constantemente y que no logra quitarse de la cabeza, boca seca, suspiradera, debilidad muscular, llanto, temblor, problemas para dormir, pérdida del apetito, manos frías y sudorosas, náuseas, orinadera, diarrea, bostezos, palpitaciones o mareos. Reconózcalas, expréselas y compártalas con sus familiares. Se dará cuenta que muchos o todos ellos también son sentidas por otros.

Sentimientos.
El estrés prolongado, la culpa, la rabia, la irritabilidad, el sentimiento de alivio por la terminación de una relación complicada, el buscar a la persona en lugares familiares, sentir su presencia, soñar con él o ella, la incredulidad y la negación, la frustración, los trastornos del sueño, el miedo a la muerte, las ganas de estar solos, la impaciencia y el afán porque todo termine, el cansancio y la fatiga, el repaso continuo de lo sucedido, la desesperación, el desamparo y la impotencia son sentimientos normales durante el duelo. Reconózcalos y expréselos en compañía de sus seres queridos.

Preguntar por lo sucedido.
El revivir la experiencia (la causa de la muerte o lo que condujo a esta) facilita la integración de la realidad de la pérdida (todo lo contrario a lo que la gente suele hacer); es como la limpieza de una herida: aunque duele mucho al principio, a medida que ésta va cicatrizando el dolor será menor. No obstante, la pérdida de un ser querido no se "supera": uno se "recupera" de las pérdidas, más estas nunca se superan; molestarán de cuando en vez como lo suele hacer una cicatriz.

Tiempo.
El proceso de recuperación tras la pérdida de un ser querido suele tardar entre 3 y 4 años para completarse (para uno recuperarse totalmente). El peor período podrá ser el primer año. Tómeselo con calma y no se presione. Cada cosa a su tiempo. Recuerde que lo que predomina es el tiempo subjetivo.

Prevenir.
Durante el duelo debe seguirse un control médico periódico para prevenir, tratar a tiempo o controlar ciertas enfermedades que pueden aparecer o empeorar. Tenga esto presente especialmente si hay adultos mayores de 60 años en la familia o personas con enfermedades graves previas a la pérdida.

Llorar.
Existen muchas circunstancias en la vida que nos producen dolor (golpes, quemaduras, un parto, operaciones, etc.) y por las cuales lloramos con amplia libertad. ¿Porqué no habremos de llorar ante una situación que nos produce un dolor total? (duele el alma, el cuerpo, la familia, el pasado, el presente, el futuro, etc.). Así, no solo se puede llorar, sino que, además, es sano pues el llanto actúa como una válvula liberadora de angustia.

Los cambios.
Cambiar de casa o de ciudad no hará que su dolor desaparezca; además, esto añade la pérdida de un ambiente familiar y de apoyo. No debe olvidar que el dolor lo llevamos dentro e irá con nosotros para donde vayamos. En su lugar, compártalo con sus otros familiares que también estarán sintiendo lo mismo. Recuerde que cuando las penas se comparten parecen menos pesadas.

Los objetos.
Ver las fotos de la persona fallecida, tener sus objetos personales, su ropa, escuchar su música y realizar otras actividades relacionadas con la persona perdida son cosas que a muchos ayudan y a otros angustian. Antes de tomar cualquier decisión, compártalo con los otros miembros de la familia y tomen una decisión entre todos que sea satisfactoria para cada uno.

Las fechas especiales.
Las fechas importantes relacionadas con la persona perdida o con el resto de la familia (por ejemplo, cumpleaños, día de la madre o el padre, navidad, semana santa, etc) serán siempre muy dolorosas y estaremos mal; lo sabemos y deberemos anticiparlo: serán unos malos momentos. No obstante, recuerde que en momentos de crisis la familia debe permanecer más unida aún y llorar conjuntamente. Aislarse sólo empeorará nuestro dolor pues le añadiremos soledad.

Qué hacer.
Algunas personas encontrarán consuelo por la pérdida de un ser querido acudiendo a su sacerdote de confianza, a sus amigos, al ejercicio físico o aumentando sus horas de trabajo diario; para otros podrá ser útil estar en un grupo de auto-ayuda o acudir a los especialistas en duelo. El alcohol o las drogas no son la forma más sana o apropiada de encontrar consuelo; esto solo le añadirá más problemas.

Los niños.
Para ayudar a un niño a enfrentar saludablemente la muerte de un ser querido es absolutamente imprescindible conocer adecuadamente su proceso normal de aflicción, sus atributos especiales, la concepción de muerte que se corresponde con su edad y desarrollo psicológico, los factores de riesgo y el proceso general para facilitar su enfrentamiento. Solicite información especializada al respecto.

El cuidador sustituto.
La calidad de la relación con el cuidador sustituto del niño (es decir, aquel que queda encargado de su cuidado) es el factor más significativo en determinar el resultado del duelo, incluso más que la misma pérdida.

Su proceso.
El proceso de ayudar a un niño a recuperarse de la pérdida de un ser querido debe estar siempre acompañado de un lenguaje sencillo y apropiado a la edad del niño, evitando explicaciones complicadas o que estimulen sus fantasías y concepciones equivocadas de la muerte, facilitando en la medida de lo posible su participación, siempre y cuando éste quiera, en la pena familiar y en los ritos asociados (entierro, velorio, novena, etc).

Ayuda práctica en duelo.
Entre las cosas prácticas que me pueden ayudar los primeros días del duelo están: Lavado de la ropa y planchado, arreglo y mantenimiento de la casa, mercado y preparación de los alimentos, pago de impuestos, servicios públicos, trámites funerarios y otros trámites, compras diversas, animarme a escribir un diario o bitácora, regalarme un libro, acompañarme, cuidado de los niños.

Botiquín de primeros auxilios espirituales.
De la misma forma que en situaciones de urgencia física (por ejemplo, ante una herida o quemadura) acudimos a nuestro botiquín personal, familiar o empresarial de urgencias, igualmente debemos implementar nuestro "botiquín de primeros auxilios espirituales". He aquí algunas ideas:Pañuelos desechables, un devocionario o la Santa Biblia, un libro preferido, teléfonos de amigos que nos pueden ayudar y que saben escuchar, fotos que nos traen gratos recuerdos, frases célebres o reflexiones escritas o grabadas, objetos personales del fallecido, cartas personales, música preferida por el fallecido o por uno mismo, radio-grabadora para escuchar o reproducir, grabación de audio o imagen (VHS), libreta y bolígrafo para tomar apuntes, vela, veladora o velón.

Las "Rs" de la rehabilitación para las reacciones de aniversario y otras fechas significativas. Reunirse: Reunirnos con la familia, amigos y otros seres queridos, recordando que el duelo es un asunto de familia, un momento de unión y comunión. Repasar (rumiar): Repasar, preferentemente en familia, lo vivido, lo sucedido desde el fallecimiento y todos los hechos que condujeron a la pérdida, así como los logros alcanzados hasta este momento.. Reflexionar: Reflexionar sobre lo sucedido, lo perdido, lo alcanzado, lo que nos espera, lo que pensamos, las decepciones y las sorpresas y sobre lo conseguido. Reconciliarse: Reconciliarnos con el pasado y el presente, con lo hecho y no hecho, con nosotros mismos y con los demás. Reposar: Descansar nuestra afligida existencia, mimarnos y cuidarnos física y psíquicamente es una parte esencial del proceso de recuperación. Ritualizar: Establecer un ritual u homenaje familiar de recuerdo para con el ser querido fallecido es una estrategia muy útil para nuestra recuperación. Rezar: Rezar alguna oración, frase, poema u otra oración significativa con el culto que se profesa.
Reirse: El buen sentido del humor es una excelente medicina para el espíritu (aunque conocemos los efectos de la risa, debemos ser sensibles al humor de los demás y tener las debidas consideraciones de respeto).

La familia.
Recuerde siempre que el duelo es un "asunto de familia" y es allí donde debe intentar resolverse.

No piense, sienta.
Puesto que el duelo no se resuelve con la razón ni con la inteligencia, sino con el corazón, no trate de pensar o razonar cómo tiene que recuperarse: lo que debe hacer es sentir y expresar su dolor.

Economice.
El duelo absorbe la mayor parte de nuestra energía y cualquier cosa que nos quite energía será molesta e irritante. Así pues, nuestro nivel de tolerancia disminuye. Esto hace parte de la "economía del duelo" a que nos vemos sujetos tras la pérdida de un ser querido.

El ritual.
Cuanto más corto es el ritual más complicado suele ser el duelo.

Recuperación.
Para recuperarnos es preciso curar el dolor (los distintos tipos de dolor) y recuperar nuestro mundo (es sus tres grandes esferas). Estas son las 2 grandes tareas del duelo.

Compense.
La pérdida de sentido de la vida, de la realidad y la fractura de nuestra personalidad nos obligan a "compensar", magnificando, inflando o maximizando lo que queda de cada una de ellas. Muchas veces no es más que darles o devolverles su valor real.

Exprese.
No reprima los sentimientos, más bien articúlelos en palabras (hablar), en papel (escribir), en sonidos (gritar o cantar) o con el ejercicio.

Consulte.
De la misma forma que es apropiado consultar a un médico cuando nos duele algo, llevar el carro al taller o el equipo de música a arreglar, cuando perdemos un ser querido es igualmente apropiado consultar a los especialistas en duelo; no tiene porqué sentirse extraño o débil o sentir vergüenza por ello. Para ello estamos, para ayudarle.

Las dudas.
Recuerde que para nosotros no hay dudas, preguntas o problemas que no tengan importancia. Si se relacionan con usted y su dolor, estaremos siempre para ayudarle. No dude en pedirnos ayuda.

Información, Compañía y Conversación.
Estos son tres de los elementos más importantes para facilitar un duelo sano.
TOMADO DE www.homestead.com/montedeoya/urgencia.html