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lunes, 20 de febrero de 2012

Mascotas y terapia para la vida

Hace bastante tiempo, en nuestra consulta, surgieron varias cuestiones por parte de nuestros clientes, preguntas, ideas, relacionadas con las mascotas y la tercera edad: idoneidad de esta terapia, importancia de las mascotas en la vida de los ancianos, relación afectiva e importancia de la expresión de las emociones para seguir sintiendo la vida en el cuerpo, cargado de años, sí, pero no exento de la necesidad de seguir expresando y sintiendo las cargas afectivas que oxigenan el alma y motivan a la vida, etc.

Como cada vez eran más numerosas las preguntas a través, incluso, de nuestro blog, me puse en contacto con un enamorado de los animales, un veterinario vocacional y un enamorado asimismo de la vida y las relaciones personales en el mundo animal, y le pedí que me escribiera un pequeño artículo sobre este tema, lo que le agradezco profundamente a Francisco Pérez Sánchez, Veterinario de La Fundación Veterinaria Clínica de la Universidad de Murcia, por su celeridad y profesionalidad. Aquí os dejo con este apunte que tantos de vosotros me habíais consultado.

En la actualidad la esperanza de vida es, en general, la más elevada de la historia del hombre. Nuestros mayores se enfrentan cada vez en mejor condición física y emocional a la llamada “tercera edad” y aunque algunas personas continúan trabajando, por ejemplo, cuidando de sus nietos, la gran mayoría empieza a disfrutar de su vida de jubilado. Hay personas mayores que durante esta época aprovechan el tiempo para poder hacer todo aquello que no han podido hacer antes, como viajar, descansar, estudiar o simplemente disfrutar. No obstante son cada día más los mayores que afrontan esta etapa con desilusión, con incertidumbre o con desequilibrios emocionales que, a sus ojos, son barreras infranqueables para llevar una vida feliz y normal. El sentimiento de soledad patente en muchas personas ancianas a pesar de convivir en residencias o de recibir las visitas de familiares y amigos, la sensación de no ser una persona útil y el aislamiento social o emocional que sufren, merma su calidad de vida, cambia su comportamiento y su carácter hasta el punto de llegar a entrar en un círculo vicioso del que es muy difícil escapar.

Pero, ¿cómo podemos ayudar o impedir que esto suceda? Desde luego hay muchas alternativas: programas de viajes organizados, obras sociales de centros lúdicos u ONG’s… mi propuesta: pon un perro o un gato en tu vida. Desde luego no debe ser una decisión baladí; es una responsabilidad. Un animal necesita tiempo, cuidados y dedicación pero puede hacer muchas cosas por nosotros y por nuestros mayores.

Debemos tener cuidado a la hora de elegir a nuestra mascota, la edad, sexo, raza y especie son determinantes para lograr los objetivos beneficiosos de la terapia con animales. La especie es el primer dilema, los gatos presentan la gran ventaja de no necesitar salir a pasear al exterior de nuestra casa y son más independientes que los perros; requieren pocos cuidados en cuanto a higiene, estas características pueden ser muy atractivas para alguien que presente movilidad reducida o incapacidades físicas de importancia. La raza es también un punto a tener en cuenta, determina el tamaño del animal, como es lógico no es igual un caniche que un pastor alemán, además cada raza presenta unas características específicas que determinan las atenciones y cuidados necesarios (cepillado del pelo, nutrición, ejercicio…). El siguiente aspecto a considerar es la edad del animal. Los animales jóvenes son más activos que los animales mayores, pueden ser más difíciles de controlar durante el paseo y desde luego son más juguetones. Cada persona necesita a su animal concreto, deben ser compatibles a nivel físico y emocional. En EEUU hay programas de adopción de perros específicos para personas mayores, los perros son también animales mayores que a menudo comparten rasgos con sus propietarios: movilidad reducida, nivel de actividad, etc.

Son ya muchos los programas de terapia que incluyen parcial o totalmente animales para desarrollarlas, no solo con ancianos sino también con niños, personas discapacitadas, etc. Si centramos nuestra atención en las personas mayores y nos paramos a pensar en qué puede hacer un animal por ellas, no son pocas las ideas que nos pueden venir a la mente y nos puede hacer reflexionar en cuanto a la salud física y emocional: ¿mejoran al convivir con una mascota?

Son diversos y numerosos los estudios publicados que así lo afirman, como ejemplo sirva mencionar los estudios de Granger y Kogan (2003), donde argumentan que los ancianos que se relacionan con perros tienen una mayor satisfacción con la propia vida y un menor índice de depresión; o el estudio de Beck (2003), donde se demostró una mejora de la autoestima y de la sensación de seguridad en el mismo supuesto anterior. Otros estudios relacionados han demostrado: descenso de la presión arterial, colesterol y triglicéridos en personas hipertensas (Katcher, 1987), incremento de supervivencia en afecciones coronarias (Bustad, 1996), disminución de problemas de salud de tipo menor (Serpell, 1991), así como beneficios en el tratamiento de la ansiedad (Holcomb, 1989).

Muchos ancianos tienen problemas emocionales derivados de factores propios de su edad como la pérdida de la salud, el deterioro funcional que predispone a la dependencia física, enfermedades crónicas, la pérdida de seres queridos o del rol que se representaba dentro de la familia, pérdida de objetivos en la vida, ansiedad por la muerte o la carga negativa que implica el ingreso en un centro o residencia.


¿Cómo ayuda aquí convivir con una mascota? Por un lado la necesidad de sacar a pasear a tu mascota es un estímulo para realizar ejercicio, por otro lado es también una fuente de relaciones interpersonales y de socialización. Nuestra mascota necesita unos cuidados y atenciones, esa necesidad de atención precisamente es la que promueve un sentimiento de “utilidad” en las personas mayores. Un perro o un gato no es un mueble, no es algo inerte, tiene vida, hábitos y comportamientos propios, necesitan de un contacto físico y emocional con su propietario, necesitan ser queridos y querer a su dueño, desarrollan dependencia por su dueño, lo “necesitan”. Los perros son animales muy expresivos, capaces de mostrar reacciones faciales y corporales que a nosotros nos despiertan sentimientos propios. Son capaces de mostrar afecto, miedo, alegría, nos reímos con ellos y lloramos cuando ya no están, compartimos emociones y hasta parece que muestran empatía con nosotros. Son capaces de crear un vínculo único entre animal y hombre que puede ser muy beneficioso.

Como conclusión final os comento que las mascotas son una fuente de compañía y afecto, un apoyo ante el aislamiento y la soledad, dan ilusión, te animan, independientemente del problema que tengas, no te reprochan nada y pueden llegar a ser, desde luego, un motivo por y para levantarse a diario y seguir adelante. No se pueden ustedes imaginar cuanto.
Francisco Pérez Sánchez.
Veterinario HCV UM.

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