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viernes, 17 de octubre de 2008

RELACIÓN DE PAREJA: OBSERVACIONES AL TRATAMIENTO DE SUS DISFUNCIONES

A lo largo de nuestra historia en la práctica de la Orientación y la Terapia Familiar y tras poner en común los compañeros del equipo de nuestra Asociación los problemas que más se repetían en los casos tratados, llegamos a unas conclusiones que queremos compartir con vosotros.
Hemos observado como denominador común que hay tres áreas fundamentales en las que la pareja “cae” por adolecer de recursos suficientes para encontrar el camino de salida en su “desequilibrio” tanto individual como colectivo en su ciclo evolutivo. Estas áreas son: la comunicación, la expresión afectiva y la resolución de problemas.

Estas perturbaciones relacionadas crean una insatisfacción que con el tiempo y llegando a un círculo vicioso, hace aparecer una serie de emociones contradictorias a la razón, como la ira, la ansiedad, la inhibición asertiva y el catastrofismo. (Ver modelos cognitivos de A. Ellis)

Es ahora cuando el nivel de frustración de la pareja ante la expectativas diferentes de cada uno llega a regar ese jardín, en principio idílico, y que en ese momento, ante la irrupción de problemas “insolubles”, se va secando y marchitando por las diferentes perspectivas personales. Lo que antes parecía, como decíamos, idílico, perfecto, en buen funcionamiento y armonía, se ha convertido en una incompatibilidad manifiesta, ya que apareciendo el problema se reacciona justo al revés: con rigidez en las posturas y con resistencia al cambio.

Este comportamiento lleva a que cada miembro de la pareja se sitúe en una posición en la que su respuesta emocional “normal” es una conducta de castigo hacia el otro, debido a que él mismo no recibe gratificación alguna ni refuerzo positivo. Es el punto que describe Ellis como el momento en el que la conducta de cada miembro produce un feedback que es distorsionado cognitivamente por el otro en función de sus propias creencias irracionales.

Nuestros objetivos terapéuticos estaban claros pero nos hemos encontrado que en infinidad de ocasiones tratábamos de ir modelando las tres áreas conflictivas mencionadas anteriormente y no veíamos el suficiente cambio para ir mejorando la relación; pero tras comentar en sesiones de control de casos, observamos que el primer punto a tratar era que los miembros del sistema familiar tomaran conciencia de CÓMO se sentían mal emocionalmente y perturbaban su relación al mantener una serie de pensamientos disfuncionales y la necesidad de trabajar en este sentido. Este aspecto importante nos hizo actuar en los casos tomando como eje prioritario en el tratamiento la propia hostilidad del cliente y dejando para después el tema de la insatisfacción que llevaba a crear esa perturbación en la pareja.

Siendo así las cosas, la primera barrera para tratar el problema fundamental era bajar los niveles de hostilidad y rabia, si es que aparecían y trabajar Orientador y clientes juntos en su modificación. Una vez conseguido este crucial primer paso ya pasaríamos a tratas los estilos de comunicación para poder ver claramente la forma en que el individuo percibe su propia conducta y la de su pareja en cuanto a la manera de comunicarse, cómo afecta esta forma y las consecuencias emocionales y conductuales que se perciben de esa misma conducta comunicativa.


Si lográbamos esto evitábamos que otros abordajes posteriores de nuestra Orientación y Terapia se hicieran improductivos.

A. Ellis decía que el terapeuta puede realizar sesiones por separado si la hostilidad es muy alta y también mostrar a cada cónyuge la relación cognición-afecto-conducta de la ira, y el manejo de la ira personal (cambio de pensamientos automáticos, balance de ventajas/desventajas y alternativas asertivas a la petición de los deseos) y la del cónyuge (enfoque asertivo, cortar y sugerir otras oportunidades más tranquilas para exponer las diferencias, etc.) Igualmente se puede trabajar “sesiones de desahogo” con ambos cónyuges. Estas últimas consisten en seleccionar un lugar y horario para exponer diferencias, normas para no cortar al otro, y cómo cortar si se sube “el tono”.

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