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martes, 20 de marzo de 2012

Me siento bien…me siento mal.

No puedo dejar de observar el comportamiento humano y aunque a lo largo de mi propia vida y de la profesional he adquirido conocimientos, aún me asombran y me encuentran desprevenido ciertas actitudes inesperadas de la conducta humana. Y me extrañan; me hacen profundizar en las explicaciones que me puedan aportar o llevarme a las soluciones que me infieran las razones de estas actitudes tan aparentemente, a priori, irracionales.

Me observo y observo fuera. Veo que tengo un gran día y de pronto sucede un “clic” inadvertido que cambia todas mis percepciones y provoca un profundo desasosiego; un no sé qué que hace sentir una gran angustia interior, y ya nada parece lo mismo, no siento igual y se me descontrola la mente porque parece que funciona de forma autónoma. Lo positivo del mismo aire que respiraba se torna pesado, se me atraganta…Es muy negativo y así se siente uno “hecho polvo” sin saber muy bien por qué.

Y es que muchas de las decisiones que tomamos, el modo de vivir, de interrelacionarnos, están basados en cómo nos sentimos y aunque nos damos cuenta que tal como se va desarrollando el momento, la situación, nos va abocando a una vivencia sin sentido, amarga, fría, dolorosa, seguimos el camino casi “saboreando” ese dolor que parece que somos incapaces de parar y repensar. Esta situación nos confunde y nos altera porque la captación de los sentimientos de los demás, o más bien, la traducción que hacemos de forma subjetiva, la interpretación, nos afecta y permitimos que cambie nuestro equilibrio emocional. Salen nuestras verdaderas y más primitivas inseguridades tal vez enmarcadas en un contexto que no es el suyo en ese momento…Y nos ahogan.

Las emociones se transmiten, y este concepto que debemos interiorizar nos predispone a un cambio que carece del trabajo interior propio para ser los verdaderos responsables del rumbo de nuestra propia vida, hacia fuera y hacia nuestro centro neurálgico del bienestar. Aún no hemos ejercitado la habilidad para no aceptar lo que no es nuestro y rechazar lo negativo y dar la bienvenida a lo positivo. Aún no hemos ejercitado el poder interior de la conciencia frente a la inconsciencia que nos viene marcando nuestro presente.

Si tú estás bien emocionalmente y no tienes motivos para angustiarte, esa sensación que te cambia por el “mal de otros”, no es tuya, por lo que es necesario soltar esa negatividad cambiando el tipo de pensamiento por el contrario, el positivo. Párate, reflexiona y no emitas energía hacia el exterior en ese momento y mucho menos palabras que “sabes que son hirientes”

Grandes autores de la psicología transpersonal y del autoconocimiento dicen que más veces de las que nos creemos, se dan las situaciones que venimos mencionando en este artículo, porque se suele tener mal enfocado los “lentes por los que se ve la vida, ya que la felicidad, el equilibrio, son una elección personal y no son fruto del azar”, por tanto, aquellos que eligen constantemente sus decisiones de vida sin estar pensando más en su equilibrio interno, en su “estar bien” para dar mejor, y en que uno no es el propio arquitecto de su vida y su destino, logran que se cronifiquen los vaivenes de la negatividad y su eterna búsqueda se intensifica, a veces, sin llegar a algún punto del oasis que haga respirar la tranquilidad que fortalezca la continuación de la búsqueda del equilibrio interior, y poder llegar a un verdadero autoconocimiento, cuyo objetivo es escoger la ruta que vaya acorde con uno mismo para encontrarte con tu felicidad.

Debido a que tú eres responsable de tu conducta y de tus sentimientos, tú puedes elegirlos. Por medio de la atención consciente puedes elegir lo enfadado, decepcionado, frustrado o triste que tú te “quieras” sentir. Se hace necesario conseguir la habilidad natural para transformar momentos de confusión en momentos de claridad interna. Todo pasa para algo y para que reconozcamos y nombremos nuestras cualidades, nuestros sentimientos, nuestros talentos únicos…siendo conscientes de ellos, pero de verdad, dejando la teoría para pasar todo lo que sabemos a la práctica.

¿Quién desearía estar en la cárcel en lugar de disfrutar de la libertad que la vida nos pone al alcance? Si se desea lo primero, piense qué está pasando por dentro para sacar ese deseo tan irracional hacia fuera.

Juan José López Nicolás

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