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martes, 24 de octubre de 2017

Fin de semana…Pareja peleando

Muchos me habéis preguntado que qué os pasa cuando llega el fin de semana, que por una parte estáis deseando que llegue para estar con vuestra pareja y por otra parece que es el momento que, no se sabe por qué, es cuando se establecen los rings adecuados para llevar a cabo las peleas más contundentes y, a veces, más ridículas, pero que dejan una huella profunda, por la asiduidad con las que ocurren.
El amor que decís que existe se va por la puerta cuando vuestras discrepancias entran por la ventana…Y cada vez es peor, porque el deterioro de ese amor se va haciendo más sensible a los pequeños o grandes altibajos y cambia. Cambia a otros tipos de sentimientos que nada tienen que ver con el aprecio, la tolerancia, el respeto, etc. Como dice Graciela Moreschi, psiquiatra, los enojos y reproches se convierten en una constante en el tiempo libre de las parejas.
La mayoría de las veces, las claves son el diálogo y la negociación, aunque ahora no os lo creáis. Si no os surten efecto es porque no sabéis desarrollarlos e implementarlos para que os lleven al puerto de la concordia, el respeto y el equilibrio necesarios para hacer perdurar ese vínculo que aparentemente os une, que muchas veces es una necesidad y no una realidad serena que se siente dentro del alma.
La Dra. Moreschi, al respecto, nos comenta en este artículo, lo siguiente: “Muchas parejas creen que vivir juntos implica tener que hacer todo juntos. Por más parecidos que fueran (y habitualmente no lo son), es imposible desear lo mismo y en el mismo momento. Para colmo, las exigencias cotidianas de la vida actual impiden tener un espacio propio durante la semana laboral. Todos esperamos el fin de las actividades para poder dedicarnos a nosotros mismos. Pero no siempre la pareja tiene las mismas intenciones y, si la creencia es que se debe actuar en conjunto, probablemente surjan diferencias, peleas y reproches.
Algunos ejemplos de esta problemática del fin de semana son los siguientes comentarios:
*Estoy toda la semana ocupada con mi trabajo y después, con la casa. Espero el fin de semana para distraerme y él se va a jugar al tenis con sus amigos o mira televisión. La estoy pasando peor que mis amigas solteras. Envidio sus posibilidades de salir y hacer cosas nuevas.
*Estoy cansado de que ella quiera ir siempre a la casa de su familia. Es un plomo y yo necesito despejarme. Por otra parte, ella dice que no puede verlos durante la semana, cosa que es real, pero no estoy dispuesto a sacrificarme.
*A ella le gustan las actividades sociales y, a mí, las deportivas. Tampoco nos ponemos de acuerdo respecto a las películas que elegimos, ni siquiera con los amigos. Cada fin de semana es un problema. La mayoría de las veces terminamos peleados y sin ir a ninguna parte.
En todos estos casos es evidente que no hay coincidencia de intereses y es lógico que así sea. Son personas diferentes, con historias, inquietudes y características personales distintas, pero esto no quiere decir que no se amen o que hayan perdido el interés en el otro, aunque de persistir la situación, el vínculo podría deteriorarse.
Hombres y mujeres tienen una actitud diferente ante este problema. En general, ellos son menos expresivos verbalmente, se repliegan sobre sí mismos, y llegan muchas veces a la abulia. Al ser incapaces de reclamar por lo suyo, anulan su deseo. Ellas, en cambio, suelen plantear sus necesidades, aunque la mayor parte de las veces lo hacen en forma de reproche. Creo que la mejor opción para este problema es que cada uno tenga su espacio individual. Muchas veces, recomiendo que se pongan de acuerdo sobre qué van a hacer juntos el fin de semana, como cuando eran novios. Pueden elegir una actividad para compartir (desde una buena salida hasta quedarse en casa juntos) y, el resto del tiempo, cada uno podrá emplearlo en aquello que le sea grato.
Algunos ejercicios para hacer en pareja
*Cada uno, haga una lista de las cosas que desea hacer. Diferencien las individuales y las compartidas. Junto a las actividades compartidas, escriban entre paréntesis quiénes podrían acompañarlos además de su pareja.
*Escojan un papel de calcar (semitransparente) y hagan un círculo que represente su tiempo de fin de semana. Luego, marquen proporcionalmente en qué ocupan su tiempo. Hagan abajo el mismo círculo, pero ahora dibujen cómo les gustaría que estuviese dividido su tiempo. Después, superpongan los dibujos. Tomen en cuenta los segundos, y revisen de qué manera deberían hacerlo para que los satisfaga a ambos.”
En el mismo hilo temático que estamos explicando, John Gottman, científico y profesor emérito de la Universidad de Washington, creó un "laboratorio del amor". Allí, después de estudiar a una pareja mientras sus miembros gritan y se enojan, predice con un 95% de acierto si seguirán juntos o se separarán en los próximos 15 años. ¿Cómo lo hizo? Lo consiguió después de analizar a más de 3.000 parejas desde 1980. Tiene una fórmula casi infalible: investigar aquellas emociones que no son "tan evidentes" y sólo se vislumbran al discutir.  
El poder del desprecio
El inventor del "laboratorio del amor" estudió y profundizó las reacciones de cada individuo y clasificó aquellas que son decisivas en provocar las rupturas entre las parejas. Las dividió en cuatro tipos: la defensiva, la crítica, la obstruccionista (quien trata de impedir o dificultar el desarrollo normal de un proceso) y la despectiva. Y es esta emoción, el desprecio, la responsable del mayor número de separaciones. Ser despectivo no es solo criticar, es mucho más. Es responder desde un lugar de superioridad, lo que hace disminuir al otro como persona hasta hacerlo sentir excluido.
Es la reacción que resulta más dolorosa para la otra persona. Incluso, afecta a nuestro sistema inmunológico y nos hace más propensos a enfermarnos, tener resfriados, o dolores en el cuerpo. El desprecio es una respuesta de "jerarquía" y no siempre es generada en forma agresiva. Puede esconderse en comentarios sutiles cómo: "Sí, sí… ¿y tú qué sabes?", frase que a todos nos resulta conocida.
Ante un problema y posterior discusión las mujeres tienden más a reaccionar con la crítica y los hombres al obstruccionismo. Pero en lo que se refiere al desprecio, parece que no hay diferencia de géneros.
La fórmula para discutir
Si queremos que nuestra pareja perdure en el tiempo hay que ser honestos con lo que sentimos y hacemos. Nuestras emociones muchas veces son sutiles, pero las exteriorizamos (conscientemente o no) y la otra persona las percibe.
Por lo tanto, después de una discusión - y con los nervios más calmados- Gottman recomienda conversar con la pareja no tanto del problema, sino de las emociones que había detrás de ésta. Lo que hicimos sentir al otro con lo que dijimos, y lo que el otro nos hizo sentir a nosotros.
Es importante evitar el desprecio. Luego de la conversación es interesante identificar si en algún momento la otra persona utilizó palabras despectivas e hirientes, o si lo hicimos nosotros.
Una buena receta
Si queremos que nuestra relación de pareja perdure en el tiempo, tenemos un buen margen de maniobra. Se basa en cómo hacemos sentir al otro con lo que decimos o, mejor aún, con lo que expresamos sin que seamos necesariamente conscientes de ello.
Ante esto, Gottman da un consejo para los momentos de discusión: hagamos sentir importante al otro. Aún en los enfrentamientos, debemos saber expresar reconocimiento sincero a la otra persona. En la pelea tiene que haber reproches y pedidos de justificaciones, pero además debe haber halagos hacia la pareja. Él sugiere una ecuación entre emociones positivas y negativas que dé como resultado cinco a una: por cada cinco críticas, se aconseja dar una caricia o mimo.
                                                                                  
Recuerda que  hay una delgada línea que separa la discusión del ataque personal o de la pelea, y hay quienes no saben diferenciarlo. La discusión cuestiona la opinión o la acción, la pelea cuestiona a la persona.

(Artículo confeccionado sobre datos extraídos de www.clarin.com)

                                                

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