así somos

Bienvenidos, espero que disfrutéis con la utilidad de este blog.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

La comunicación familiar

A lo largo de todos estos años he observado que si la comunicación entre los integrantes de la unidad familiar no funciona se debe principalmente, y entre otras razones, a una ausencia de la capacidad de empatizar.

Es del todo negativo iniciar una comunicación sin entender al que tengo enfrente, sin ser consciente de qué problemas ha tenido o tiene y cuáles son las razones que le han llevado a actuar de tal o cual manera. Claro que es cierto que una llamada de atención, la aclaración de alguna situación entre la pareja, un castigo y toda una parrafada de los padres a los hijos, es necesaria para equilibrar las situaciones, establecer las normas  a las que se ha faltado y poner las sanciones que se deban poner, pero no podemos olvidar que el que tenemos enfrente, sea padre, madre o hijo, no ha actuado así por nada, por capricho. Y debemos conocerle, ponernos en su situación y no comunicar con rabia, ira, desprecio…Es un humano con necesidades y sobreentiende que el amor y el respeto son ingredientes que deben existir en ese hogar.

No se espera la impaciencia, el hartazgo, y mucho menos si es un adulto el que requiere el inicio de la conversación. Pero esta falta de empatía se suele dar también en ambas direcciones, o sea, de las figuras parentales a hijos y de hijos a figuras parentales, porque no podemos olvidar que en ese ambiente familiar y de confianza (debería existir), cada uno defiende sus criterios y necesidad de expresión (cosa muy sana).

Tras sesiones diversas con diversas familias, observamos que hay factores muy comunes en todos aquellos núcleos familiares en los que se disparan los problemas y se enquistan, y es que no se suele escuchar de forma activa. Sí, no se escucha al otro, no se sabe qué piensa y siente sobre la vida y existe una ausencia de criterios y pautas que no han sido dadas a nuestros hijos que le ayuden a crecer y madurar.

También es cierto que las presiones del trabajo, los problemas personales, la sociedad, su ritmo tan neurótico, etc., nos someten a mucha presión y tal vez cuando llegamos a casa y la comunicación comienza, todo eso nos pesa y, tal vez también, con nuestros hijos entramos en conflicto y precisamente esa forma hace que las reacciones de retroalimentación de ellos sean totalmente negativas y “aprenden” que con nosotros no se pueden comunicar, ni tan siquiera hablar porque no entendemos nada de ellos. Ni lo intentamos. Pueden llegar a cortar toda relación con nosotros y comienzan a no contarnos nada de ellos ni de sus problemas. Y si eso pasa desde sus dos o tres años, podemos imaginarnos cómo están cuando tengan 14. Triste, ¿verdad?

Pues todo esto es fruto de nuestras acciones adversas ante la comunicación porque no nos preparamos para ello y no entendemos que los mensajes que se dan y reciben, tanto los verbales como los no verbales, son cruciales en la conducta presente y futura de nuestros vástagos. Tal vez porque solemos ser excesivamente “policías” e interrogamos sin dar la sensación de estar verdaderamente interesados en cómo llevan su aún breve vida en todos sus aspectos.

Esto sucede porque volcamos nuestra ansiedad con ellos, y aunque sé que a veces es difícil no hacerlo por la impotencia que nos produce la situación, hemos de esforzarnos en no entrar al ritmo que ellos mismo ponen. En vez de ser docentes, cariñosos y demostrar que nuestra adultez sirve para algo más que para ver películas de mayores de 18 años y poder beber alcohol, descargamos nuestras frustraciones con ellos y así nos luce el pelo.

Creo sinceramente que procede revisar nuestras actitudes y aptitudes respecto a la comunicación eficaz y para eso existen profesionales que nos pueden ayudar a tomar conciencia de nuestros errores para equilibrar las relaciones que, aún siendo difíciles, se pueden llevar a un estado homeostático que produzca más beneficios que perjuicios. ¿Cómo? Pues identificando los errores que cometemos sin ser conscientes de ello. A veces cambiando o modificando pequeñísimas cosas se obtienen grandes adelantos.

Y algo más, si estamos observando que seguimos unas pautas durante largo tiempo en la comunicación que siguen produciendo problemas y no solucionamos nada, ¿por qué seguimos actuando de la misma manera? Algo habrá que hacer, ¿no creen?


Juan José López Nicolás

No hay comentarios: