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martes, 7 de agosto de 2018

Las discusiones, visto lo visto.

(Sobre artículo de la autora Alex Bayorti colaboradora del Blog de Psicoadapta.es)
Más allá de los clásicos refranes que el amor romántico nos ha legado del tipo “los que se pelean se desean”, las parejas pelean  por motivos que no tienen demasiado que ver con el amor (más bien todo lo contrario). Sin embargo, hay estudios que reconocen que las parejas que discuten habitualmente son más duraderas pero, ¿vale cualquier manera de discutir? Te explicamos lo que dice la ciencia de las discusiones de pareja.
Los motivos por los que las parejas pelean

Las peleas en la pareja aparecen pasada la etapa de enamoramiento y, dependiendo de la intensidad de la relación (si viven juntos desde el inicio, si residen en otras ciudades,…), esto tiene lugar entre los 7 meses y los 2 años de los comienzos. Es el denominado paso del sistema familiar ideal al sistema familiar real. Según los expertos psicólogos en atención familiar y relaciones de pareja, las discusiones al principio de la relación son sanas desde la perspectiva de ajuste de la pareja.

 Al principio todo es maravilloso en la relación de pareja y la otra persona no tiene defectos o, más bien, ambas partes obvian muchos defectos que puede que realmente no les satisfagan tanto como creían. La etapa de reajuste es necesaria e implica discutir ya que se tienen que aceptar los defectos ajenos y los propios, hacer concesiones y, por supuesto, mantener la identidad propia e individual con respecto al otro.
El gran inconveniente se produce cuando esta etapa nunca culmina, sino que se extiende a lo largo del tiempo. Las crisis aparecen, en las crisis se entra porque suelen ser el medio por el que se adaptan nuevas situaciones, nuevos tiempos, nuevas estructuras, nuevas necesidades, pero no podemos estar en una continua crisis de adaptación, ya que entonces la misma crisis que debía ser el elemento por el que aportamos las soluciones, se enquista y se hace problema, o elemento que lo agrava. Entramos en lo que llamamos la crisis de las crisis.
Los motivos habituales por los que una pareja discute son:
  • Inseguridad propia.
  • Familias de origen.
  • Falta de comunicación adecuada y eficaz al inicio de la relación.
  • Idealización excesiva.
  • Ausencia de metas y proyectos en común.
  • Comodidad y desinterés por parte de uno de los miembros.
  • Diferentes escalas en las expectativas ante un mismo hecho o situación.
La relación de pareja se forja durante los primeros años y se mantiene a partir de ahí (se cuida constantemente y se innova porque es algo vivo, en constante movimiento con etapas de meseta tranquila con necesidades de acuerdos). Es un proyecto importante que, junto con los proyectos personales de cada individuo, conllevan un estado de satisfacción. ¿El problema? Cuando los miembros no se han comunicado acerca de sus necesidades es probable que surjan innumerables discusiones porque cada vez es más evidente, en estos momentos vitales que vivimos, que con el amor no es suficiente.
¿Son más duraderas las parejas que discuten?

Según un estudio llevado a cabo por Gottman Institude en 2015 se determinó que las parejas que discuten tienen una relación más sana y fuerte. Eso sí, por supuesto depende de cómo se discuta. Una discusión en la que uno o ambos miembros se faltan al respeto, solo buscan dominar o llevar la razón, gritan y desprestigian a la persona y tratan de mantener su posición, aún a riesgo de acabar con la relación, no es un buen ejemplo de lo que concluyó este estudio.
Las discusiones de pareja sanas deben incluir estos factores: que la voluntad de ambos sea llegar a un acuerdo que beneficie a ambos y que en todo momento se hable en base a un argumento con respecto al tema. La idiosincrasia individual no debería ser un problema, sino un elemento que aporta riqueza al conjunto, que complementa.
Hay un error muy común en las peleas de pareja y es justamente que son peleas. Los miembros no buscan llegar a un acuerdo, ni entender al otro sino que solo quieren tener la razón. Obviamente, si es así es imposible ponerse de acuerdo y se tiende a incluir otras quejas que nada tienen que ver con el motivo principal en la discusión. Y esto no es más que porque poseemos una “mochila cargada” de pequeñas pegas que no comunicamos a nuestra pareja, pero llevamos prendida y a cada pequeño problema que surge emitimos nuestra factura histórica para que todo se enmarañe y no aclaremos nada. Así no se puede y este no es el camino.
Para discutir bien, la discusión debe ser:
  • En un tono de voz asertivo.
  • Buscando la concordancia sin dejar a un lado las necesidades propias.
  • Teniendo muy clara la materia de discusión y no perdiendo el punto a discutir.
  • Respetando los turnos de palabra.
  • Recordando a cada momento que estás frente a una persona a la que quieres.
  • Sin juzgar al otro en conjunto sino solo la materia que se discute. Y para eso hay que escuchar y no aprovechar su momento para estar preparando una respuesta y una estrategia. Si no tengo toda la información no puedo saber la magnitud de la controversia.
  • Discutiendo en unas condiciones adecuadas (no discutir cuando los nervios estén a flor de piel, estéis cansados, no hayáis comido, se haya bebido de más, etc.) Esperad a estar los dos tranquilos y con perspectiva.
  • Vigilando no sólo qué se dice, sino cómo se dice, tanto en el aspecto verbal como en el no verbal (a veces éste más importante)
Por último,  te interesará saber que según como discute una pareja se puede saber mucho acerca de la salud de una relación. John Gottman, profesor de la Universidad de Washington estableció en los años 80 un “laboratorio del amor” en la universidad con un 95% de fiabilidad en lo que durará una relación según como discutía la muestra.
Defensiva: No hay diferencia entre sexos.
Crítica: Es la más empleada por las mujeres en esta muestra de 3000 parejas.
Obstruccionista: Es las más empleada por los hombres.
Despectiva: Esta última es la que conlleva un mayor riesgo para la relación. Es empleada por ambos sexos de la misma manera.
Lo cierto es que estos patrones van cambiando debido a que este estudio tiene más de cuarenta años de antigüedad. Lo que sí que es cierto es que las discusiones de pareja sin respeto nunca terminan bien. Puedes discutir, claro que sí, pero respetando al otro y no diciendo que se le respeta de forma verbal pero demostrando con hechos, con formas y con un lenguaje no verbal que indique todo lo contrario. Es casi más importante lo que el otro percibe que lo que yo le estoy diciendo porque es “su verdad” la que va a primar a la hora de “traducir los mensajes” que le llevan a las emociones.
Todos queremos asentar las bases de la relación en pareja sobre las estructuras más firmes y equilibradas posibles, en cambio, y no es raro encontrar, que este deseo se ve imposible al hacerlo fuera del plan inicial, siendo más bien tejido sobre una urdimbre descompensada, desigual y sobre unas emociones y actos que lo que persiguen es aquello de que “antes de que me haga daño lo hago yo”. Y así se consigue todo lo contrario porque ya se inicia la relación con una desconfianza que llenará la relación de más de lo mismo, creyendo que mi pareja es mi “contrario”, mi “enemigo”.
Discutir es natural pero hay que hacerlo bien e intentar no entrar en el proceso que nos provoque ese “pico de enfado extremo”. La psicóloga Harriet Lerner en Psychology Today, dice:“Cuando un matrimonio tiene una buena base de sólida amistad y el respeto mutuo, puede tolerar una cantidad justa de emoción en estado puro, pero pagar nuestros humos y emociones exaltadas y terminar por convertirla en la responsable de nuestro enfado nunca es la solución.”
Una buena pelea puede limpiar el aire y es bueno saber que podemos sobrevivir al conflicto e incluso aprender de la situación” opina Lerner, especialista en relaciones de pareja y psicología femenina, “…pero todo tiene su momento y medida. Hay que tener cuidado con las peleas descontroladas e irracionales que pueden erosionar el amor y el respeto que son la base de cualquier relación exitosa.”
Una buena discusión en la pareja no es eso de Yo gano, Tú pierdes. Si esta es la base, gana la crisis y pierden ambos, la pareja.

1 comentario:

mamitherapy dijo...

Me parece muy interesante considerar que las peleas son un síntoma de salud en la relación, y aprender a gestionarlas una tarea de toda pareja.