(Sobre artículo de la autora
Alex Bayorti colaboradora del Blog de Psicoadapta.es)
Más allá de los clásicos refranes que el amor
romántico nos ha legado del tipo “los que se pelean se desean”, las parejas
pelean por motivos que no tienen demasiado que ver con el amor (más bien
todo lo contrario). Sin embargo, hay estudios que reconocen que las parejas que
discuten habitualmente son más duraderas pero, ¿vale cualquier manera de
discutir? Te explicamos lo que dice la ciencia de las discusiones de
pareja.
Los motivos por los
que las parejas pelean
Las peleas en la pareja aparecen
pasada la etapa de enamoramiento y, dependiendo de la intensidad de la relación
(si viven juntos desde el inicio, si residen en otras ciudades,…), esto tiene
lugar entre los 7 meses y los 2 años de los comienzos. Es el denominado paso
del sistema familiar ideal al sistema familiar real. Según los expertos psicólogos en atención familiar y relaciones de pareja,
las discusiones al principio de la relación son sanas desde la perspectiva de
ajuste de la pareja.
Al principio todo es maravilloso en la relación de
pareja y la
otra persona no tiene defectos o, más bien, ambas partes obvian muchos defectos
que puede que realmente no les satisfagan tanto como creían. La etapa de
reajuste es necesaria e implica discutir ya que se tienen que aceptar
los defectos ajenos y los propios, hacer concesiones y, por supuesto, mantener
la identidad propia e individual con respecto al otro.
El gran inconveniente se produce cuando esta etapa
nunca culmina, sino que se extiende a lo largo del tiempo. Las crisis
aparecen, en las crisis se entra porque suelen ser el medio por el que se adaptan
nuevas situaciones, nuevos tiempos, nuevas estructuras, nuevas necesidades, pero
no podemos estar en una continua crisis de adaptación, ya que entonces la misma
crisis que debía ser el elemento por el que aportamos las soluciones, se
enquista y se hace problema, o elemento que lo agrava. Entramos en lo que
llamamos la crisis de las crisis.
Los motivos habituales por los que una pareja discute
son:
- Inseguridad propia.
- Familias de origen.
- Falta de comunicación adecuada y eficaz al inicio
de la relación.
- Idealización excesiva.
- Ausencia de metas y proyectos en común.
- Comodidad y desinterés por parte de uno de los
miembros.
- Diferentes escalas en las expectativas ante un
mismo hecho o situación.
La relación de pareja se forja durante los primeros
años y se mantiene a partir de ahí (se cuida constantemente y se innova porque
es algo vivo, en constante movimiento con etapas de meseta tranquila con
necesidades de acuerdos). Es un proyecto importante que, junto con los
proyectos personales de cada individuo, conllevan un estado de satisfacción.
¿El problema? Cuando los miembros no se han comunicado acerca de sus
necesidades es probable que surjan innumerables discusiones porque cada vez es
más evidente, en estos momentos vitales que vivimos, que con el amor no es
suficiente.
¿Son más duraderas las
parejas que discuten?
Según un estudio llevado a cabo por Gottman
Institude en 2015 se determinó que las parejas que discuten
tienen una relación más sana y fuerte. Eso sí, por supuesto depende
de cómo se discuta. Una discusión en la que uno o ambos miembros se faltan
al respeto, solo buscan dominar o llevar la razón, gritan y desprestigian a la
persona y tratan de mantener su posición, aún a riesgo de acabar con la
relación, no es un buen ejemplo de lo que concluyó este estudio.
Las discusiones de pareja sanas deben incluir estos
factores: que la voluntad de ambos sea llegar a un acuerdo que beneficie a ambos y que en todo
momento se hable en base a un argumento con respecto al tema. La idiosincrasia
individual no debería ser un problema, sino un elemento que aporta riqueza al
conjunto, que complementa.
Hay un error muy común en las peleas de pareja y es
justamente que son peleas. Los miembros no buscan llegar a un acuerdo, ni
entender al otro sino que solo quieren tener la razón. Obviamente,
si es así es imposible ponerse de acuerdo y se tiende a incluir otras quejas
que nada tienen que ver con el motivo principal en la discusión. Y esto no es
más que porque poseemos una “mochila cargada” de pequeñas pegas que no comunicamos a nuestra pareja, pero
llevamos prendida y a cada pequeño problema que surge emitimos nuestra factura
histórica para que todo se enmarañe y no aclaremos nada. Así no se puede y este
no es el camino.
Para discutir bien, la discusión debe ser:
- En un tono de voz asertivo.
- Buscando la concordancia sin dejar a un lado las
necesidades propias.
- Teniendo muy clara la materia de discusión y no
perdiendo el punto a discutir.
- Respetando los turnos de palabra.
- Recordando a cada momento que estás frente a una
persona a la que quieres.
- Sin juzgar al otro en conjunto sino solo la
materia que se discute. Y para eso hay que escuchar y no aprovechar su
momento para estar preparando una respuesta y una estrategia. Si no tengo
toda la información no puedo saber la magnitud de la controversia.
- Discutiendo en unas condiciones adecuadas (no
discutir cuando los nervios estén a flor de piel, estéis cansados, no
hayáis comido, se haya bebido de más, etc.) Esperad a estar los dos
tranquilos y con perspectiva.
- Vigilando no sólo qué se dice, sino cómo se dice,
tanto en el aspecto verbal como en el no verbal (a veces éste más
importante)
Por último, te interesará saber que según como
discute una pareja se puede saber mucho acerca de la salud de una relación. John
Gottman, profesor de la Universidad de Washington estableció en los
años 80 un “laboratorio del amor” en la universidad con un 95% de fiabilidad en lo
que durará una relación según como discutía la muestra.
Defensiva: No hay diferencia entre sexos.
Crítica: Es la más empleada por las mujeres en
esta muestra de 3000 parejas.
Obstruccionista: Es las más empleada por los hombres.
Despectiva: Esta última es la que conlleva un mayor
riesgo para la relación. Es empleada por ambos sexos de la misma manera.
Lo cierto es que estos patrones van cambiando debido a
que este estudio tiene más de cuarenta años de antigüedad. Lo que sí que es
cierto es que las discusiones de pareja sin respeto nunca terminan bien. Puedes
discutir, claro que sí, pero respetando al otro y no diciendo que se le
respeta de forma verbal pero demostrando con hechos, con formas y con un
lenguaje no verbal que indique todo lo contrario. Es casi más importante lo que
el otro percibe que lo que yo le estoy diciendo porque es “su verdad” la que va
a primar a la hora de “traducir los mensajes” que le llevan a las emociones.
Todos queremos asentar las bases de la relación en
pareja sobre las estructuras más firmes y equilibradas posibles, en cambio, y
no es raro encontrar, que este deseo se ve imposible al hacerlo fuera del plan
inicial, siendo más bien tejido sobre una urdimbre descompensada, desigual y
sobre unas emociones y actos que lo que persiguen es aquello de que “antes de
que me haga daño lo hago yo”. Y así se consigue todo lo contrario porque ya se
inicia la relación con una desconfianza que llenará la relación de más de lo
mismo, creyendo que mi pareja es mi “contrario”, mi “enemigo”.
Discutir es natural pero hay que hacerlo bien e
intentar no entrar en el proceso que nos provoque ese “pico de enfado extremo”.
La psicóloga Harriet Lerner en Psychology Today, dice:“Cuando
un matrimonio tiene una buena base de sólida amistad y el respeto mutuo, puede
tolerar una cantidad justa de emoción en estado puro, pero pagar
nuestros humos y emociones exaltadas y terminar por convertirla en la
responsable de nuestro enfado nunca es la solución.”
“Una buena
pelea puede limpiar el aire y es bueno saber que podemos sobrevivir al
conflicto e incluso aprender de la situación” opina Lerner, especialista en
relaciones de pareja y psicología femenina, “…pero todo tiene su momento y medida. Hay que tener cuidado con las peleas descontroladas e irracionales que
pueden erosionar el amor y el respeto que son la base de cualquier relación
exitosa.”
Una buena discusión en la pareja no es eso de Yo gano,
Tú pierdes. Si esta es la base, gana la crisis y pierden ambos, la pareja.
1 comentario:
Me parece muy interesante considerar que las peleas son un síntoma de salud en la relación, y aprender a gestionarlas una tarea de toda pareja.
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